CUEVA DEL TORNO, RÍO AGUASMULAS-9
DIA SEGUNDO
Recorriendo el río Aguasmulas y subida al Cortijo del Mulón
Hoy es siete de septiembre, el día que hemos señalado para subir al Cortijo donde vivió. A la dos de la tarde hemos llegado a la casa. Nos hemos parado en Cazorla porque tenemos entre manos el proyecto de la Editorial Alpina, la realización de un mapa de la sierra de Cazorla por encargo de esta editorial. Queríamos preguntarle a uno de los que trabaja en la cooperativa del Quercus para que nos diera su opinión con relación a la zona que deseamos cartografiar, pero aunque sí quedamos con él sobre las doce de la mañana, no ha sido posible el encuentro. Tampoco ha sido posible lo de las fotografías que en blanco y negro había encargado en una tienda de este pueblo.
En fin, hemos seguido la ruta y en el museo de la Torre del Vinagre, también nos hemos parado. Hemos estado viendo el mapa que de Everest ha editado esta cooperativa del Quercus y luego el que Alfredo también ha hecho. Hemos charlado con Carmen, una de las que forma esta cooperativa y luego nos hemos puesto en marcha hacia Coto Río. El plan de hoy es ir con a su Cortijo para que nos explique todo lo que él recuerde y por el lugar tenga desparramado. Llegamos a su casa en la calle Aguasmulas de este poblado y justo en estos momentos aparece.
- Pues vengo ahora mismo de domar una novilla. Me fui esta mañana temprano y ya la tengo domada.
Comenzamos a planear la subida al Cortijo cuando aparecen en la casa varios vecinos. Comienzan a saludarlo y poco a poco me voy enterando quienes son. Ellos mismos me lo dicen:
- Yo me llamo Julián y soy hijo de Alejo, ese que sale en el libro de la sierra y primo hermano. He estado de guarda en la Sierra de las Villas más de cuarenta años. Me conozco la sierra esa perfectamente de palmo a palmo. Si en alguna ocasión necesita que lo acompañe, poco puedo andar ya, pero para hacer esas sierras, sí valgo. Este es mi hermano que se llama Santiago y vive en la Matea. Somos siete en total y estamos aquí cinco hoy.
Como está algo nervioso por lo que de pronto se le ha venido encima, nuestra presencia, la de sus primos que hoy venido al poblado a celebrar no sé qué, todos los hermanos juntos, se mete para la vivienda y saca en sus manos un cuaderno.
- Aquí tengo lo que un día me regalo don Rafael.
Me lo alarga y me pide que lo lea. Lo cojo y en letras gruesas, grandes y negras, leo lo siguiente: “A mi amigo Fermín Castillo. Hombre cabal de estas sierras, es un tesoro que encierra, las virtudes de español, habla como un ruiseñor, tiene un corazón de oro, su sabiduría un tesoro y con sus ochenta años, aun conserva la ilusión y le sobran los reaños, para subir, caminar por los senderos, bendito sea, yo lo quiero, con todo mi corazón. Rafael González Ripoll”.
Cuando termino de leer la página que me ha dado, los primos lo miran y todos nos sentimos más que satisfechos de este otro pequeño granito de oro que tiembla entre las manos del anciano. Su primo se me acerca y me sigue diciendo:
- Como me he enterado que van a subir al Cortijo, aprovecho la oportunidad para decirte que la casa de Máximo, el “cojo de la Fresnedilla”, era de los herederos de Demetrio, que era tía carnal mío. Ya veréis que aquella casa no la han vendido. Claro, ya está medio en ruinas, pero los nogales que hay, sólo eso, vale una fortuna. Pero claro, es que los herederos de eso están uno en Andujar, otro en Gerona y en el pirineo, metidos en un desierto. Yo no he estado, pero un hijo mío que hay allí y uno de mis hermanos que hay aquí, sí han estado. Hasta que no me jubilé, pues yo no podía decir compro esto, que si no yo me había quedado con aquello porque los nogales nada más, valen una fortuna.
La parte del Cortijo, no está “despropiada”, pero es del Cojo y nos la dejó a mí y a mi hermana, pero como no nos dejó papeles ninguno, no tenemos nada. Una parte que hay donde nos hemos criado nosotros, en el Cortijo. Aquello es un trozo que no está expropiada y como estuvo dos mese muriéndose en la casa, me decía: “Prima, si no me muero, pa ti la parte del Cortijo”. La fresnedilla sí era completa de él y esa casa, ya te lo he dicho, no la han expropiado. Ya sabes tú que él no quiso vender y claro, ahí está todo su terreno, la vivienda y los hortales. Cuando catéis el agua que hay allí y el sitio tan bonito que es aquel ya verán como les gusta.
Los primos de se van y como todavía estamos preparando para ponernos en marcha, mientras la hermana charla con la mujer, acordamos que lo mejor es comer aquí todos juntos y luego salir hacia el río Aguasmulas. Así que sin pensarlo mucho, sacamos de las mochilas lo que nosotros hemos traído. Nos sentamos en la mesa con y su mujer y alrededor de un plato de calabaza que ella tiene preparado para los dos, nos ponemos a comer. Compartimos la tortilla, el queso y un trozo de jamón. Compartimos las manzanas y ellos con nosotros el melón y su rico plato de calabaza frita con trozos de jamó y sobre las tres salimos a buscar el guarda.
VAMOS AL MULÓN
Nos tienen que dar la llave para que podamos pasar el control de la casa de los Bonales y seguir en conche por la pista que sube Aguasmulas arriba. Si no nos dan la llave, será casi imposible subir al cortijo. Entre ida y vuelta hay que andar casi diez kilómetros y eso, nosotros creemos que es mucho para y a las horas del día que son ya. Así que en cuanto terminamos de comer, salgo acompañando a y buscamos el guarda. Lo encontramos comiendo y en cuanto llega le dice: “Mira que tengo capricho de subir con estos señores al Cortijo y no tenemos llave. ¿Tú te fías de mí?”
El guarda, que es un muchacho joven, le dice no sé qué de indios, de regañinas que le pueden venir a él, de uno si y otros no y mientras termina su último bocado, porque lo hemos cogido comiendo, mete las manos en el bolsillo.
- Mira a ver si ésta abre.
Le dice alargándole una llave suelta. La cogemos, le damos las gracias y en cuanto llegamos a la casa, nos ponemos en marcha. Salimos del pueblo, cruzamos el Guadalquivir por el pequeño puente de cemento que hoy ya no tiene tapado sus ojos para que el agua se remanse. Ya los turistas del camping se han ido. Hay algunos, pero no tantos como en pleno mes de agosto. Cruzamos por delante de la Golondrina, de lo que aquí llaman “la casa del Cordobés”, giramos hacia los Llanos de Arance, cruzamos el puente y ya estamos rumbo al río Aguasmulas.
- Aquí donde desemboca el río Aguasmulas en el Guadalquivir es donde estuvo la fabrica de hierro. Yo he conocido toda la clase de hierros que tenían ahí.
Ya se está entusiasmando y con energía grita dando explicaciones de los lugares por donde pasamos.
Recorriendo el río Aguasmulas y subida al Cortijo del Mulón
Hoy es siete de septiembre, el día que hemos señalado para subir al Cortijo donde vivió. A la dos de la tarde hemos llegado a la casa. Nos hemos parado en Cazorla porque tenemos entre manos el proyecto de la Editorial Alpina, la realización de un mapa de la sierra de Cazorla por encargo de esta editorial. Queríamos preguntarle a uno de los que trabaja en la cooperativa del Quercus para que nos diera su opinión con relación a la zona que deseamos cartografiar, pero aunque sí quedamos con él sobre las doce de la mañana, no ha sido posible el encuentro. Tampoco ha sido posible lo de las fotografías que en blanco y negro había encargado en una tienda de este pueblo.
En fin, hemos seguido la ruta y en el museo de la Torre del Vinagre, también nos hemos parado. Hemos estado viendo el mapa que de Everest ha editado esta cooperativa del Quercus y luego el que Alfredo también ha hecho. Hemos charlado con Carmen, una de las que forma esta cooperativa y luego nos hemos puesto en marcha hacia Coto Río. El plan de hoy es ir con a su Cortijo para que nos explique todo lo que él recuerde y por el lugar tenga desparramado. Llegamos a su casa en la calle Aguasmulas de este poblado y justo en estos momentos aparece.
- Pues vengo ahora mismo de domar una novilla. Me fui esta mañana temprano y ya la tengo domada.
Comenzamos a planear la subida al Cortijo cuando aparecen en la casa varios vecinos. Comienzan a saludarlo y poco a poco me voy enterando quienes son. Ellos mismos me lo dicen:
- Yo me llamo Julián y soy hijo de Alejo, ese que sale en el libro de la sierra y primo hermano. He estado de guarda en la Sierra de las Villas más de cuarenta años. Me conozco la sierra esa perfectamente de palmo a palmo. Si en alguna ocasión necesita que lo acompañe, poco puedo andar ya, pero para hacer esas sierras, sí valgo. Este es mi hermano que se llama Santiago y vive en la Matea. Somos siete en total y estamos aquí cinco hoy.
Como está algo nervioso por lo que de pronto se le ha venido encima, nuestra presencia, la de sus primos que hoy venido al poblado a celebrar no sé qué, todos los hermanos juntos, se mete para la vivienda y saca en sus manos un cuaderno.
- Aquí tengo lo que un día me regalo don Rafael.
Me lo alarga y me pide que lo lea. Lo cojo y en letras gruesas, grandes y negras, leo lo siguiente: “A mi amigo Fermín Castillo. Hombre cabal de estas sierras, es un tesoro que encierra, las virtudes de español, habla como un ruiseñor, tiene un corazón de oro, su sabiduría un tesoro y con sus ochenta años, aun conserva la ilusión y le sobran los reaños, para subir, caminar por los senderos, bendito sea, yo lo quiero, con todo mi corazón. Rafael González Ripoll”.
Cuando termino de leer la página que me ha dado, los primos lo miran y todos nos sentimos más que satisfechos de este otro pequeño granito de oro que tiembla entre las manos del anciano. Su primo se me acerca y me sigue diciendo:
- Como me he enterado que van a subir al Cortijo, aprovecho la oportunidad para decirte que la casa de Máximo, el “cojo de la Fresnedilla”, era de los herederos de Demetrio, que era tía carnal mío. Ya veréis que aquella casa no la han vendido. Claro, ya está medio en ruinas, pero los nogales que hay, sólo eso, vale una fortuna. Pero claro, es que los herederos de eso están uno en Andujar, otro en Gerona y en el pirineo, metidos en un desierto. Yo no he estado, pero un hijo mío que hay allí y uno de mis hermanos que hay aquí, sí han estado. Hasta que no me jubilé, pues yo no podía decir compro esto, que si no yo me había quedado con aquello porque los nogales nada más, valen una fortuna.
La parte del Cortijo, no está “despropiada”, pero es del Cojo y nos la dejó a mí y a mi hermana, pero como no nos dejó papeles ninguno, no tenemos nada. Una parte que hay donde nos hemos criado nosotros, en el Cortijo. Aquello es un trozo que no está expropiada y como estuvo dos mese muriéndose en la casa, me decía: “Prima, si no me muero, pa ti la parte del Cortijo”. La fresnedilla sí era completa de él y esa casa, ya te lo he dicho, no la han expropiado. Ya sabes tú que él no quiso vender y claro, ahí está todo su terreno, la vivienda y los hortales. Cuando catéis el agua que hay allí y el sitio tan bonito que es aquel ya verán como les gusta.
Los primos de se van y como todavía estamos preparando para ponernos en marcha, mientras la hermana charla con la mujer, acordamos que lo mejor es comer aquí todos juntos y luego salir hacia el río Aguasmulas. Así que sin pensarlo mucho, sacamos de las mochilas lo que nosotros hemos traído. Nos sentamos en la mesa con y su mujer y alrededor de un plato de calabaza que ella tiene preparado para los dos, nos ponemos a comer. Compartimos la tortilla, el queso y un trozo de jamón. Compartimos las manzanas y ellos con nosotros el melón y su rico plato de calabaza frita con trozos de jamó y sobre las tres salimos a buscar el guarda.
VAMOS AL MULÓN
Nos tienen que dar la llave para que podamos pasar el control de la casa de los Bonales y seguir en conche por la pista que sube Aguasmulas arriba. Si no nos dan la llave, será casi imposible subir al cortijo. Entre ida y vuelta hay que andar casi diez kilómetros y eso, nosotros creemos que es mucho para y a las horas del día que son ya. Así que en cuanto terminamos de comer, salgo acompañando a y buscamos el guarda. Lo encontramos comiendo y en cuanto llega le dice: “Mira que tengo capricho de subir con estos señores al Cortijo y no tenemos llave. ¿Tú te fías de mí?”
El guarda, que es un muchacho joven, le dice no sé qué de indios, de regañinas que le pueden venir a él, de uno si y otros no y mientras termina su último bocado, porque lo hemos cogido comiendo, mete las manos en el bolsillo.
- Mira a ver si ésta abre.
Le dice alargándole una llave suelta. La cogemos, le damos las gracias y en cuanto llegamos a la casa, nos ponemos en marcha. Salimos del pueblo, cruzamos el Guadalquivir por el pequeño puente de cemento que hoy ya no tiene tapado sus ojos para que el agua se remanse. Ya los turistas del camping se han ido. Hay algunos, pero no tantos como en pleno mes de agosto. Cruzamos por delante de la Golondrina, de lo que aquí llaman “la casa del Cordobés”, giramos hacia los Llanos de Arance, cruzamos el puente y ya estamos rumbo al río Aguasmulas.
- Aquí donde desemboca el río Aguasmulas en el Guadalquivir es donde estuvo la fabrica de hierro. Yo he conocido toda la clase de hierros que tenían ahí.
Ya se está entusiasmando y con energía grita dando explicaciones de los lugares por donde pasamos.
1 comentario:
Como veo que te gusta Cazorla te mando la dirección de un blog que estoy haciendo sobre mi pueblo.
Espero que te guste y lo disfrutes
http://panoramicacazorlense.blogspot.com/
Un saludo
Abraham
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