CUEVA DEL TORNO, RÍO AGUASMULAS-7
LA EMOCIÓN QUE SE SIENTE
Y otra cosa que yo te quería decir a ti es la emoción que se siente al recorrer las laderas que de los montes caen hacia el barranco por donde corre el río.
- ¿Qué les pasa a esas laderas?
- Pues que como todas, de aquellos tiempos, están surcadas de canales por donde bajaba el agua para regar las huertas, recorrerlas ahora pisando aquellas canales, es un gozo que sabe a muerte. Arrancaban desde los charcos de agua que a lo largo del curso el río Aguasmulas se iban formando. Talladas en la misma tierra y en la misma rocas, se van alargando por las laderas y luego caían por las pendientes o se remansaban en las llanuras de las huelgas. Yo recuerdo que siempre bajaban repletas de agua limpias. Las aguas cristalinas que manan en las covachas y agujeros de los barrancos donde nace el río.
Recuerdo que aquellos magníficos y bellos canales, en muchos sitios, estaban empalmados con trozos de maderas. En otros, pasaban casi tallados en las mismas rocas y a lo largo de todo el recorrido iban horadando la tierra para abrir el camino por donde el agua tenía que pasar. Cuando luego, poco a poco, los serranos nos fuimos viniendo de aquel extraordinario rincón del nacimiento de Aguasmulas, también las regueras se quedaron abandonadas. Comidas por la vegetación, muchas de ellas, rotas por las avalanchas de agua que bajan por las laderas cuando las nubes descargan, pisadas por los animales silvestres y surcadas por las raíces de los pinos que repoblaron. Allí se quedaron aquellas regueras y con el tiempo se han ido rompiendo como tantas otras cosas.
Pero aquello, en mis sueños yo lo sigo viendo muchas veces y en más de una ocasión me he dicho que más que canales para regar las huertas, aquellos surcos eran como las venas fundamentales que llevaban vida a las tierras que nos daban de comer. Como surcos repletos de sangre que surgiendo de las entrañas de las montañas, acudían a nuestra ayuda para llenarnos de vida y prestarnos lo que para la vida necesitábamos. Por eso te digo, que un día, tenemos que ir por las tierras esas tan bonitas para que veas y goces las cosas que tan nuestras fueron y que los hombres, tan duramente nos han ido quitando.
- Iremos algún día por allí y ya desde ahora te digo, que me va a gustar mucho pisar la tierra que tan dentro llevas. Pero en este momento, quería preguntarte de cuando tú estabas en el Cortijo ¿qué ingenieros o guardas recuerdas que fueran por el lugar?
- Recuerdo que iba mucho el ingeniero don José María la Cerda. Estaba otro que le decían don Antonio, no me acuerdo del apellido, don Javier Cavanilla. Todos esos han estado por aquí cuando expropiaron. Don Mariano, por casualidad el otro día lo vi, que ya está jubilado.
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