3.23.2007

BAJO LAS AGUAS DEL PANTANO DEL TRANCO-44

LAS CARTILLAS DE RACIONAMIENTO

Estas cosas de las cartillas de racionamiento, empezaron en la guerra civil. Pero después de terminada la guerra, las cartillas siguieron. Existía una organización o no sé cómo se dice eso, que se llamaba la Fiscalía de Tasas. Se incautaban del aceite y luego lo pagaban a precio de tasa. Y entonces, los mismos que lo cosechábamos, pasábamos falta de aceite, siendo nuestro. Y nos lo ponían por racionamiento y teníamos que ir a recogerlo a las tiendas de comestibles que cada comercio de comestibles, tenía sus cartillas asignadas. Y allí teníamos que ir a por el aceite de racionamiento después de haberlo recogido y cosechado nosotros mismo.

También estaba racionada el azúcar y todas las cosas de comestibles. El trigo había que ocultarlo e ir a los molinos por la noche o cuando podíamos a moler nuestra propia harina. Porque también los fiscales de Tasas, registraban las casas, la mía, por suerte, no llegaron a registrarla nunca. Pero en muchas casas pasaba que cuando menos se lo esperaban, llegaba la Fiscalía de Tasas y donde había trigo que no se había declarado, se lo llevaban. Como ahora se dice la declaración de la renta, entonces se hacía declaración de los productos que se recogían. Pero había que hacer ocultación de trigo si no queríamos pasar hambre. Luego nos daban raciones de pan, por cartillas y había que aceptar el racionamiento porque sino era tanto como decirles que teníamos trigo en la casa. Y de verdad que en otras casas no había más trigo ni más pan que el que daban en las cartillas.

Yo me acuerdo que mis padres ocultaban costales de trigo en los pajares pero no para estraperlarlo, porque entonces eran los tiempos del estraperlo, sino para comer nosotros. Mi padre no quería correr el riesgo y por eso sólo lo hacía para darnos de comer a la familia. Y ya te digo: ocultaba los costales llenos de trigo, entre la paja del pajar y luego se las apañaba como podía, yendo a escondidas a los molinos a molerlo y así amasábamos nuestro pan.

Pasado el tiempo, aquello se suavizó un poquito y entonces nos concedieron, estaba yo ya en Úbeda, una cosa que se le decía “Maquilera”. Que era declararse cosecheros y en vez de darnos el pan por racionamiento todos los días, nos dejaban una cierta cantidad de trigo que no sabemos la que era pero no era trigo, sino harina que se retiraba de la fábrica y nos llevábamos las sacas de harina a nuestras casas y ya podíamos amasar sin tener que ocultarnos. El trigo sí teníamos que entregarlo a un sitio que había aquí, que no me acuerdo cómo se llamaba. Era un depósito de trigo del Estado. Ellos le ponían precio y lo pagaban por kilos. No me acuerdo del precio.

Te daban un documento que se llamaba el “C 1" y con aquel documento era uno acreedor para llevarse la harina a la casa para el gasto diario. Aquello se le llamaba maquilera. Si se ocultaba algún trigo, que en algunos sitios lo hacían, era el que se vendía de estraperlo que era lo perseguido por la ley. Esto, ya te lo he dicho, no sucedió en mi casa pero entonces muchas personas sí se reservaban trigo, lo estraperlaban y algunos hicieron hasta capital y pudieron comprar fincas, del estraperlo. De vender luego el trigo a precios muy altos y con aquello ganaban mucho dinero.

Mi padre lo que siempre procuró, fue que en la casa no faltara qué comer pero nunca quiso arriesgarse ni tener malas cuentas con la ley.

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