BAJO LAS AGUAS DEL PANTANO DEL TRANCO-23
LAS GEMELICAS
En la Canalica, no era sólo el cortijo que se ve ahora. Al lado, juntamente con el que era también la Canalica, había otro cortijillo. Una casilla aparte donde vivía un hombre que se llamaba Santiago y le decían de apodo el “Chico”. Su mujer se llamaba Victoria y como todas las personas de mi tierra, eran dos buenas personas. Tenían muchos niños y de ellos no me acuerdo mucho pero de las dos niñas gemelas, sí. Una se llamaba Ascensión y la otra Vicenta. A la madre, le dio no sé qué enfermedad, tal vez ahora fuera meningitis o algo parecido. El caso que era una cosa que da mucho dolor de cabeza. La asistieron todas las vecinas de allí y entre ellas mi madre.
Como yo iba siempre con mi madre, pues la vi varias veces, sentaica en la cama y moviendo la cabeza deseperaica de dolor y así murió aquella buena mujer. Rodeaica de sus vecinas, de su marido que no se separaba de ella y de sus hijos pequeños. Todos en la cama llorando por su madre sin poder hacer nada para salvarla. De los niños pequeños ya he dicho que me acuerdo menos pero de las dos niñas, como si las estuviera viendo. Cuando subía con las cartas a la Canalica, en los rastrojos de aquellas cuestas, me las encontraba siempre detrás de unos cerdillos que tenían. Siempre iban las dos cogidas de la mano y llorando. Dando voces y diciendo “¡Madre, madre!”. Cuando me las encontraba así, pues yo lloraba también. Al verlas tan desconsoladas, muchas veces me iba a jugar con ellas pero era imposible, no tenían ganas de jugar. Eran chiquitillas como yo y por eso cuando les decía: “No lloréis tanto”, y ellas contestaban: “¡Ay si se hubiera muerto tu madre!”
Aquel hombre, ya desesperado de verse con tantas criaturas solo, llevó a su casa una mujer. Aconsejado por esas cosas que pasan entre los vecinos y era una mujer que nadie conocía por aquellas tierras. Sé su nombre pero no quiero decirlo para no manchar las cosas que de mi tierra estamos contando. El nombre lo recuerdo perfectamente pero como fue una mujer que maltrató tanto a los niños, no me gusta decir quien fue. Aquello era una amargura ver a las pobres criaturicas llorando siempre por su madre y ella qué mal los trató. Luego se fue de allí y fue mejor que así sucediera.
De estas dos niñas guardo un recuerdo y un cariño muy grande. De una de ellas, Ascensión, tuve noticias que la adoptó una familia de Cañá Morales, una mujer muy buena que se llama Martina y no tenía hijos. De Vicenta, aunque siempre he estado con el deseo de saber de ella, nunca supe dónde fue a parar. Unos me dicen que la acogió una familia de Guabrás, otros dicen que se quedó también en Cañá Morales con otra familia, que se fue con una familia a Cañá Catena, no sé. La verdad es que fue una lástima que separaran a las dos hermanas gemelicas, tan guapas ellas y tan dulcemente delicadas. Toda mi vida me acordaré con qué pena lloraban aquellas dos niñas por su madre.
Cantinuará…
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