4.09.2007

CUEVA DEL TORNO, RÍO AGUASMULAS-22

EL NOMBRE DEL ARROYO

- ¿Es buen momento para contar la historia del arroyo del Hombre?
- Sí que es buen momento. Pues que le llaman de esta manera porque decían que había una mujer que tenía la manía, porque no era buena, de llevar a la Sima de Pinar Negro. Ella le contaba cosas hasta que ya una vez lo arrancó y fueron a verla. Ya cuando estaban allí, a ella le chocaba mucho, que estaba bien... dice: “Oyes, dicen que sale por aquí un airecillo muy fresco, acércate a ver que a mí me da miedo”. Pues el hombre se acercó distraído y entonces ella le dio un empujón. Cayó, pero tuvo la suerte de quedarse agarrado a un durillo que había en la entrada. ¡Hombre, yo no lo vi, lo he oído contar! Ella al ver que no había caído a lo hondo salió corriendo para venirse.

Bregando el hombre pudo salir fuera y echando a correr, desde Pinar Negro vino a agarrarla ahí al arroyo del Hombre. Se la llevó y cuando llegó a la sima, la echó dentro. Él no la echó para que se quedara en el durillo, la tiró fuerte y cayó a lo hondo. Se vino y a partir de entonces, como vino a agarrarla ahí, le pusieron a ese lugar el “Royo del Hombre”. Porque hizo una hombrá. Cuando ya apretaron los temporales, decían que habían visto, las enaguas blancas que llevaba, no sé si era por los Chorros de Aguasmulas o por los Chorros de Aguas Negras. Por un manantial de esos, decían que vieron las enaguas salir.

La historia, sencilla, algo trágica y con sabor a leyenda, ya la he oído yo en más de una ocasión. Que arranque de alguna realidad concreta ocurrida en otros tiempos por estas sierras ¿quién lo sabe y quien lo pone en duda? Nos levantamos de donde, por unos minutos, nos hemos sentado y seguimos bajando por lo que fue el borde de la canal que traía el agua desde la fuente de Arriba hasta los hortales de la misma puerta del cortijo. Salimos a la cañada de los olivos y como por aquí también crecen bastantes ejemplares de viejas encinas, él nos las vuelve a recordar.
- Fijaros que jaleo de carrascas tan hermosas y en la misma puerta de nuestro cortijo. No recuerdo yo que alguno de nosotros los serranos que vivíamos aquí, cortara una carrasca de estas. En invierno sí era verdad que las talábamos. Les cortábamos las ramas más viejas para ramón de los animales y eso hasta es bueno para los árboles. Las encinas, como cualquier otro árbol, es necesario podarla y eso es bueno para que se renueven con ramas sanas. Pero nunca nosotros fuimos capaces de cortar un árbol de estos. A la vista está. Cualquier encina de estas puede tener trescientos años.

A la vista queda que estas encinas tienen muchos años así como también los olivos y las parras que por los troncos de las encinas se enredan.
- Y por estas u otras cosas ¿cómo fueron las luchas?
- El más antiguo por todos estos contornos soy yo. Siempre tuve vacas, cabras, pedazos de terreno que sembraba y en ningún momento tuve problemas con nadie. Casi todos los que tienen vacas por estas tierras son de las mías que se las he vendido yo.
Saltamos la reguera y nos vamos acercando a las paredes del cortijo.
- Hace ya más de cincuenta años, limpiando esta reguera para que bajara el agua, me hernie yo. Me hernié de este lado y a mí no se me conoce nada. Cuando se me salen las tripas, me pongo con los pies para arriba, me las entro y santas pascuas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

nice post, it's really interesting for me today, thx