4.02.2007

CUEVA DEL TORNO, RÍO AGUASMULAS-15

OTRO REPASO A LOS NOMBRES

Cuando ahora, dentro de un rato, nos encontremos en la puerta de este cortijo mío que ya es pura ruina, vas a comprobar que no te engaño. Ya verás cuánto es lo que desde aquel cerrete se divisa. Fíjate un momento. ¿Ves aquello al final de este gran barranco?
- Sí que lo veo.
- Pues eso se llama la Fuente de la Maleza.
- Hace unos años, cuando subí por primera vez al nacimiento del río Aguasmulas, hubo un incendio en esa zona y desde la curva de esta pista yo observé cómo ardía el monte.
- Cerca de esa zona, aquello que se ve donde hace canalizo, que a este lado hay un filete que rojea la piedra, el collado que hay encima se llama Collado de Antón.
- Y los Pardales ¿por dónde quedan?
- De allí para allá. Por donde transpone que se “desapara” el Cinto, de allí para allá son los Pardales. Donde se termina, se llama el Collado de la Basura y por debajo queda el Collado de Linarejos.

- ¿Y la Campana por dónde queda?
- Entre el Calarejo de los Villares y la Piedra del Mulón.
- Por ahí también quedan unos cortijos que yo no conozco, pero que en los mapas los he visto muchas veces y me parece que con nombre falso.
- Por ese lugar, en las partes más altas había un cortijo que nosotros siempre hemos conocido por el cortijo de Juan Dolores. Por debajo queda el cortijo de los Espardones. Yo he conocido a uno que ha vivido allí que se llamaba Emiliano, muy buen amigo mío. El otro cortijo de abajo, lo hicieron unos parientes míos, un primo hermano de mi madre. Se llamaba Antón Chacón.
- ¿Cómo se llamaba el cortijo?
- Todo el mundo lo conocía por allí por el mote que tenía. “El Cortijo de los Pelaos” era como le decíamos. Luego lo compró otro que le decían Cándido, que vivía en el Majal del Pino, en otro cortijo que hay más abajo aún y más arriba de la aldea de las juntas. Eran tres o cuatro casas también.
- ¿Cuál es el que está más cerca de la Campana?
- El cortijo de Cándido es el que está más cerca que, además, es el último que ha vivido allí.

En uno de aquellos cortijos vivían unos que le habían puesto el mote de “Los Tetas”. Aquí, en el poblado vive una nieta de esos, que le dicen Quica. Está casada con uno que se llama Lorenzo. Que por cierto es el hombre que me afeita ahora. Como ya mi mujer no me puede afeitar y yo no veo tampoco, él se ha brindado, porque es amigo mío, a venir a afeitarme. Seguramente esta noche viene. ¿Seguimos con el repaso de los nombres por estos barrancos?
- Seguimos a ver si algo se me queda.
-Pues allí, a este lado de aquello, donde hace canalizo, hay un jorro que hace vallejo que es una garita que le dicen La Soga. Por allí se sube y se baja a las cumbres de las Banderillas y desde las cumbres a estos barrancos, cuando se puede y sino con un ramal.

- ¿Y el Cinto de las Banderillas?
- Observa despacio y verás con qué claridad se ve. A media altura entre las cumbres y la ladera, de un extremo a otro va un cinto. Queda exactamente entre una hilera de piedras por debajo y otra por encima. A eso es a lo que nosotros siempre le hemos llamado El Cinto de las Banderillas. La Banderilla Grande, es esta primera, la otra se llama la Banderilla Chica.
- ¿Entonces son dos banderillas?
- A todo el macizo se le llama Cumbres de las Banderillas y son dos. A este lado, también en lo más alto de la cuerda, yo estoy viendo el Peñón de Piedra Plumera. Es aquello que se ve aquí a la izquierda de la Banderilla.
- ¿Y esta que tenemos cerca?
- Esto se llama las Piedras Colorás. Por donde transpone el camino que se ve blanquear una cosa, aquello se llama el Portillo de las Alegas.

Por debajo se encuentra el Hoyazo, los Tornajos y el Hoyazo. En el agua que brota, mete uno la mano y no la puede tener cinco minutos porque se le queda “encalambriá”.
- Y la Pasá del Durillo ¿por dónde queda?
- Algo más allá y se llamaba así por lo mismo que la Soga, era necesario ayudarse de esta planta para subir hasta la cumbre.

Desde aquel punto se ve con toda claridad donde yo nací, la cueva o mejor dicho, el grandioso palacio de la Cueva del Torno y no del “Toldo” como en algunos libros lo he visto escrito. Las criaturas, hay que ver: pisan cuatro veces algunos caminos y rincones de estas sierras y ya están contando hazañas y escribiendo libros. Luego, así salen las cosas: equivocan los nombres, no los sitúan en su sitio verdadero, ponen caminos donde no hay... En fin, lo que yo he dicho siempre: cada uno es maestro en su mundo y siempre debiéramos tener la humildad suficiente para reconocer lo que ignoramos y el otro sabe.

La Cueva del Torno está en lo hondo, en el mismo río y en el lado de las Banderillas. ¡Qué bonito es también ese rincón! En más de una ocasión yo me imaginaba que surgía de las mismas entrañas de la gran montaña. Que ella era la que me arropaba con el cariño del más querido de sus hijos y que para mí, sólo para mí, había dejado que sus duras rocas se abrieran en forma de morada sencilla. Porque a veces, también creo, que mucha gente cuando oye hablar de cueva, enseguida piensa en pobreza y soledad. Cosa que a mi parecer, están equivocados. La dignidad, belleza y grandeza que puede tener una cueva abierta en las duras rocas de estas montañas, ya quisieran tenerlo muchos palacios construidos por los hombres. Pero en fin, de la Cueva del Torno, si quieres otro día hablamos e incluso podemos ir para que la veas.

Lo que tenemos ahora más cerca son estas rayas que se ven en los filones de rocas por donde pasa la canal del río. Esto le decían el Sestero. Fíjate que rayas traza la piedra por ahí.
- ¿Por qué lo llamabais de esa manera?
- Es que los animales, en los días de calor, era por aquí por donde ellos bajaban a beber. Sesteaban en estas sombras y luego volvían al monte con el fresco. No eran las vacas que bajaban aquí sino las cabras. Las vacas sesteaban donde había mejor terreno. Este rincón si es buena tierra para las cabras.

No se lo digo a porque me parece que no es necesario sacarlo de su convencimiento, pero las rocas que me enseña donde se ven lo que él llama “rayas”, son filones de las placas tectónicas. El río las ha cortado y con toda claridad han quedado a la vista, por completo horizontal. Y sí que son bonitas de verdad. Tanto que más parece un puro capricho de niños que en un juego silencioso hubieran dejado volar su imaginación hasta límites insospechados. Pero claro, toda la suma de estos barrancos, cumbres y laderas, no son otra cosa que eso: un puro capricho de niños graciosos que a lo largo de un mágico día de juego, se hubieran entretenido en modelar fantasías carentes de toda lógica.

En el rellano que la pista tiene, al cruzar este pequeño vallejo, nos paramos, damos la vuelta, nos bajamos y antes de ponernos en machar para bajar al cauce del río y cruzarlo por Los Tobones, le pregunto:
- ¿Cómo se llama este arroyuelo por donde vamos a bajar?
- Esto se llama el Barranco de las Bañas. Y en cuanto lleguemos al río, aunque ya te he dicho el nombre de esta cerrada, te la voy a completar: se llama los Tobones de las Bañas. Que es una piedra desde la que hay que saltar de un lado a otro para cruzar el cauce del río Aguasmulas. ¡Madre mía qué recuerdos tengo yo por aquí y cuantas veces no habré cruzado el río!

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