CUEVA DEL TORNO, RÍO AGUASMULAS-19
POR ENTRE LAS RUINAS
Junto a la pared todavía está el viejo trillo. Una tabla ancha con trozos de hierro incrustados.
- ¿Es con el que tú trillabas?
- Este era de un cuñado mío.
- ¿Quieres que nos lo llevemos?
- ¿Ya para qué? Yo tengo trillo y a mi edad y sin tierras donde sembrar y recoger cosechas ¿de qué me sirve a mí otro trillo más? Tengo el mío de siempre que lo guardo de recuerdo.
- Y en este recinto de la concina ¿qué es lo que en silencio late?
- ¡Cuatro bailes tengo yo aquí disfrutados...! Madre mía.
- Cuatro que quieren decir muchos.
- Catorce primos hermanos nos hemos criado en este cortijo, con lo cual ya puedes hacerte una idea. Esto que se ve aquí le decíamos el pozo de las patatas.
A partir de ahora se mueve por encima de las ruinas sin pronunciar palabras. Lo seguimos en silencio al tiempo que intentamos comprender lo que por su alma pasa. Entra por una puerta, sale por otra, se asoma a la ventana, observa las parras, las cumbres del Banderillas y pasado y un largo rato, salimos. La visión desde la puerta del cortijo es de lo más grandiosa. El monte que nos queda enfrente es por donde baja el barranco de las Bañas.
- Explícalo para que también sepamos los nombres de las tierras que tantas veces has visto.
- Los “piazos” que se ven, es el Quejial. Por encima hay otro piazo que era nuestro que le decía el Majal. Los puntos más altos de roca viva, es el Rayo Grande y Rayo Chico. Por la izquierda del Rayo sube un jorro a todo lo alto, se llama el Jorro Cascajal, el de la Almoteja se encuentra un poco más allá. Lo que se tapa con el Rayo Grande, es un piazo que le dicen el Castellón de los Toros.
- ¿Que está muy llanico?
- ¡Exactamente! Y buena tierra. Es tierra tan buena como la mejor que haya en la campiña. Los garbanzos que da esa tierra son tiernos como el papel de fumar. Algunas veces, yo he sembrado una fanega de trigo y he recogido veinte. Eso es una tierra buenísima y la extensión no llega a las cuatro fanegas. Dos que eran nuestras y dos de una tía mía.
Junto a la pared todavía está el viejo trillo. Una tabla ancha con trozos de hierro incrustados.
- ¿Es con el que tú trillabas?
- Este era de un cuñado mío.
- ¿Quieres que nos lo llevemos?
- ¿Ya para qué? Yo tengo trillo y a mi edad y sin tierras donde sembrar y recoger cosechas ¿de qué me sirve a mí otro trillo más? Tengo el mío de siempre que lo guardo de recuerdo.
- Y en este recinto de la concina ¿qué es lo que en silencio late?
- ¡Cuatro bailes tengo yo aquí disfrutados...! Madre mía.
- Cuatro que quieren decir muchos.
- Catorce primos hermanos nos hemos criado en este cortijo, con lo cual ya puedes hacerte una idea. Esto que se ve aquí le decíamos el pozo de las patatas.
A partir de ahora se mueve por encima de las ruinas sin pronunciar palabras. Lo seguimos en silencio al tiempo que intentamos comprender lo que por su alma pasa. Entra por una puerta, sale por otra, se asoma a la ventana, observa las parras, las cumbres del Banderillas y pasado y un largo rato, salimos. La visión desde la puerta del cortijo es de lo más grandiosa. El monte que nos queda enfrente es por donde baja el barranco de las Bañas.
- Explícalo para que también sepamos los nombres de las tierras que tantas veces has visto.
- Los “piazos” que se ven, es el Quejial. Por encima hay otro piazo que era nuestro que le decía el Majal. Los puntos más altos de roca viva, es el Rayo Grande y Rayo Chico. Por la izquierda del Rayo sube un jorro a todo lo alto, se llama el Jorro Cascajal, el de la Almoteja se encuentra un poco más allá. Lo que se tapa con el Rayo Grande, es un piazo que le dicen el Castellón de los Toros.
- ¿Que está muy llanico?
- ¡Exactamente! Y buena tierra. Es tierra tan buena como la mejor que haya en la campiña. Los garbanzos que da esa tierra son tiernos como el papel de fumar. Algunas veces, yo he sembrado una fanega de trigo y he recogido veinte. Eso es una tierra buenísima y la extensión no llega a las cuatro fanegas. Dos que eran nuestras y dos de una tía mía.
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