11.10.2007

Paisajes del Alto Guadalquivir//Rumor de poemas-1

EL LIBRO DEL ÚLTIMO EDÉN
PAISAJES DEL ALTO GUADALQUIVIR

Rumor de poemas Libro -42
Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas
José Gómez Muñoz
Pedro González Navarrete

AMIGO LECTOR:
El libro que tienes en tus manos es un homenaje fotográfico y poético al Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas y a su río, el río andaluz, el hermosísimo y gran río Guadalquivir.

El mismo ha sido elaborado para dar a conocer, o bien recordar, la belleza orográfica de estas sierras, el esplendor de sus paisajes, fuentes, cauces, veredas y cortijos, junto con el color de sus cielos y nubes, pulmones de nuestra entrañable Andalucía y bonito Jaén.

En algunos textos poéticos que acompañan a una preconcebida selección fotográfica, hallarás, el sencillo canto referido a las más heterogéneas vivencias, sentimientos, sucesos y recuerdos, por quienes sintieron y siente aletear su alma por estos lugares. No podía ser de otro modo puesto que este libro nace del cariño y admiración por la abundante hermosura que palpita en los paisajes que nos ocupan.

Como la fuente, que al río
alimenta, colma y ensancha,
así eres Tú, Dios mío
y así hoy has llenado mi alma
de la vida que sólo Tú contienes
y a quien quieres, por amor, regalas. JGómez

En otros versos, adivinarás y sentirás una manifiesta espiritualidad nacida por la hermosa secuencia, dada a veces, por el esplendoroso motivo que acompaña a la imagen. El alma se inclina y reza en acción de gracias al Creador por tan bonito regalo que recibe sin merecerlo.

Así pues, no ha sido fortuita esta edición, sino muy al contrario: tratada y escrita con el más fino amor para que puedas recrearte con su visión y su lectura. Y para que también tu espíritu tenga la oportunidad de alimentarse, ensancharse y gozar de la belleza limpia y profunda que Dios puso en su creación.

Así les llenó de asombro su poder y su energía,
aprendan de ahí cuánto más poderoso es quien los formó.
Pues por la grandeza y la hermosura de las criaturas,
se descubre, por analogía, a su Creador. (Sabiduría 13- 2,9) Los autores. Mayo de 2000

El Guadalquivir nace en la Cañada de las Fuentes. Rodean a esta cañada un buen número de preciosas montañas que es donde las nieves y las lluvias se acumulan y al filtrase, resurgen por los veneros de cabecera del gran río. Los primeros kilómetros de este hermoso río andaluz discurren por el centro de las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas. Al llegar al valle se remansa en el Pantano del Tranco y como la sierra lo sujeta, gira y se viene para el lado de sol de la tarde. Cuando este río llega a la altura de Mogón, pueblo bonito, blanco y recogido junto a las riveras de sus aguas, se despide de la sierra que le ha dado vida.

Siguiendo todo este recorrido del río, desde su nacimiento y cumbres de cabecera, su travesía por la sierra, su descanso por el Tranco y su despedida por el pueblo de Mogón, avanza el trabajo que tienes en tus manos. Nos conduce y centra el río, pero los paisajes que le van dando vida y conforman su cuenca alta, también nos reclaman para engalanarlo como merece. La parte fotográfica del presente trabajo se ha estructurado de la siguiente forma:

INDICE DE POEMAS
Amigo lector
Nace el Guadalquivir
Sorprendente amanecer
Volar contigo
Después de la tormenta
Nacimiento del Guadalquivir
Guadalquivir nacido
Mi dolorosa marcha
Caprichos del agua
Me gustaría saber
En la paz consolada
Estampas serranas
Delicada flor
Celeste amanecer
Eternizado en tu presente
Mil gracias gritando
Mi alma te va cantando
No sé hablar
Un regalo para el alma
Concierto celestiales
La tormenta
Fantasía Soñada
Una flor para otra
El sol derramó su brillo
Belleza asombrada
Libre y dueño
Río que eras niño
La belleza escondida
El río del Edén
Hermoso Guadalquivir
¿Adónde va el río?
Custodia floral
El nuevo Jordán
El río que me ha visto
Navidad anticipada
Redondo espejo
Fuerte como la roca
Los balcones del cielo
El pino de la cañada
Dedos de la mano de Dios
Cuando lloren tus hielos
Lluvia de rocío
Mágico encuentro
Cervatillo no temas
Asombro en las cumbres
El macho montés
También ya estaré muerto
Atardecer de sueño
Te llamaré solitario
La Mariposa más bella
Las ovejas descansan
Aunque sea leve
Pantano de Aguascebas
Fósil caracol
Siendo luz, placer y alba
Quiso ser pájaro
Todavía el corazón
Preguntaba el cuerpo
No la toques
desnudez frente al cielo
¡Quién fuera como Tú!
Los pinos buenos
El Abuelo
El Grito l, ll,
Sueños recuperados
La tierra amada
Volver a la tierra
Rincón que yo quiero
Atardecer en la sierra
Genuina montera
¡Detente, viajero!
Aun sigo creyendo fue sueño
Homenaje a la madre
Al río Guadalquivir

Autor de las fotos, texto al pie y poemas con #: José Gómez Muñoz
Autor de los poemas con *: Pedro González Navarrete

Fantástico amanecer en los paisajes de las bellas sierras. Sólo digo que allí estuve como testigo y recogí un fragmento para prolongar aquel tan sorprendente momento. Amanecer en los Campos de Hernán Pelea. Santiago de la Espada, Sierra de Segura. // A conciencia escribo este nombre de este modo para respetar así la raíz de los que desde tiempos lejanísimos poblaron estas sierras. Ellos lo conocen y lo conocieron siempre con el nombre de Campos de Hernán Pelea y no de otro modo y ello es un valor que considero más importante que otros.
SORPRENDENTE AMANECER #

La sensación era
como si amaneciera un gran día,
en volumen, sin materia
y sin un nombre concreto
ni luz ni niebla,
pero sí en el ambiente se captaba
que el amanecer que llegaba
sólo le pertenecía, por derecho,
al pastor de las praderas,
que es el buen dueño
de la sorprendente sierra.

Primero se notó que la luz
se comía a las tinieblas,
al poco se vieron los pinares
y fue surgiendo la tierra
y llegó el momento exacto:
sobre la copa espesa
del gran pino grueso del campo,
el águila se posó
y como si despertar, quisiera
a medio mundo,
lanzó gritos y más gritos
anunciando un alba nueva.

Y ya digo: la sensación era
como si un día voluminoso,
sin nombre ni fronteras,
estuviera llegando al mundo
y, sólo al pastor de las praderas,
joven que se pasa la noche
guardando a sus ovejas,
el profundo día que llegaba,
únicamente a él perteneciera.

Desde el Chorro, un día otoñal por las antiguas buitreras. No es igual observar a un ave sintiéndola libre y criatura hermosísima que remite a su Creador que desear abatirla para tenerla en las manos. En el matiz, que en el alma duerme, se encuentra la grandeza. Sierra de Cazorla.
VOLAR CONTIGO *

Quién como tú, volar pudiera,
ave peregrina de estas sierras.
Volar contigo por los cielos
y regresar más tarde a la tierra.

Acércame al arco iris.
Acércame a la belleza
de ese Dios que nos da vida,
de ese Dios que nos sustenta.
De ese que perdona y ama
con un beso en la mejilla
y las manos siempre abiertas.
Tú lo conoces )verdad?.
Tú lo has visto bien de cerca.
Yo con mi mortal ceguera
me impido poder llegar
a donde pienso que Él reina.

Por eso, sobre tus alas,
llévame fiel compañera
por esos nublos de espuma,
por esas nubes de cera,
por ese infinito azul
donde termina la atmósfera.
Ni relámpagos ni truenos
no te importe la tormenta,
que mañana en otra aurora
el mismo sol nos despierta.

Déjame vivir el sueño
de volar sobre estas sierras
contigo, sobre tus alas,
y cuando estemos de vuelta,
le contaré a mis hermanos
la grandeza de los cielos
y lo bella que es la tierra.

Paisajes del Alto Guadalquivir//Rumor de poemas-2

Por el Chorro y en una tarde de otoño, pero pudo haber sido por cualquier otro rincón de la sierra. Sólo hay que estar atentos para que al surgir el momento mágico, nos sorprenda con la fuerza de la belleza más pura.

DESPUÉS DE LA TORMENTA #

Fue la tarde más bella
que a lo largo de mis años
he vivido.

Se formó la tormenta,
estallaron los truenos,
sopló el viento enfurecido,
descargaron las lluvias,
corrieron los arroyos,
se lavaron los pinos
y cuando la tarde caía
se abrieron las nubes
y el cielo se hizo brillo.

Desde los huecos de las rocas
otearon el horizonte
y se lanzaron al vacío
los buitres de los acantilados
y siguiendo los caminos
que el viento traza en su juego,
se alzaron como en sueño
hacia el profundo infinito
y mi alma que estaba allí,
Dios mío,
¡qué asombro al descubrir
tan inmenso río
de belleza sencilla
sin tenerlo merecido!

Fue la tarde más bella
que a lo largo de mis años
he vivido.

No debería ser así, pero con este poema canto a todas las fuentecillas que, en la primerísima cuenca del Guadalquivir, manan y le dan agua. Todas fluyen por encima de su nacimiento oficial y como la cuenca es tan amplia, aunque me refiera a la que hay por encima del nacimiento oficial, con un sólo poema las resumo.

NACIMIENTO DEL GUADALQUIVIR #

Donde nace el Guadalquivir
no hay fuentes concretas
aunque sí hay manantiales
que bajo las peñas,
los tejos milenarios,
las praderas de hierba,
los espliegos morados
y las dulces violetas,
dan acogida y manan
las aguas primeras
del río plateado
que atraviesa la sierra.

Donde nace el Guadalquivir,
de donde sus veneros
recogen el rocío
que al juntarse, llevan
fuentes y arroyuelos,
cañadas y praderas,
es de las cumbres
altivas y recias,
pobladas de pinos,
murallas de piedra,
barrancos profundísimos
y largas laderas.

Donde nace el Guadalquivir
en pura presencia,
es justo donde la tierra termina
y el cielo comienza.

El río Guadalquivir y el Puente de las Herrerías a tan sólo unos kilómetros de su nacimiento. Ni la cantidad ni lo grande es lo que sacia al alma humana, sino el sentir y gustar hondamente. Por los remansos y charcos de este puente, Dios mío, la cantidad de hermosura que mi espíritu ha gustado, en los momentos menos importantes y en las horas más apagadas. Sierra de Cazorla.

GUADALQUIVIR NACIDO #

El río niño
que es de la sierra
espejo limpio,
nace y recrea
donde los pinos
y las praderas
tienen sus nidos.

El río niño
nace y ya juega
trazando caminos
por entre las piedras
de trescientos filos
y en la gran cerrada
de los dulces hilos,
salta y se ensancha
en charcos cristalinos,
tejos milenarios
y viejos durillos.

El río niño
de azul plateado,
prados floridos
y cumbres altísimas
con arroyos limpísimos
(qué hermoso se viste
y avanza sin ruido
por el que es su puente
redondo y chiquito!

Pura senda de luz
y gozo escondido,
tú, mi sueño soñado,
noble río niño,
si hoy yo pudiera
escaparme contigo
o si tú quisieras
regalarme un alivio
que sane el corazón
que lloran bien herido,
qué dicha tan grande
oh, tú, mi gran río.

Oculto te enredas
en los vientos tibios
de tardes y mañanas
y blancos rocíos.

El espejo del Guadalquivir a su paso por el Puente de las Herrerías. Aquella tarde perdida, ignorada por el resto de los millones de humanos que pueblan el Planeta Tierra y bien iluminada por el Creador del Universo, cuánto supo ella de mí y yo de ella. Hicimos un pacto y allí mismo, Dios lo firmó y de aquel encuentro, tengo este recuerdo. Sierra de Cazorla.
MI DOLOROSA MARCHA #

Cuando ya no esté,
pasado mañana,
ahora que estoy y puedo
gozar de las aguas
que por el río bello,
corren, plateadas,
quizá los charcos recuerden
que un día de heladas,
de aquel invierno perdido
en la gran montaña,
estuve meditando triste
mi dolorosa marcha.

Cuando un día yo falte
de las sendas blancas
que se borran en su silencio
tristes y olvidadas,
quizá el río recuerde
que lavé mi cara
mil veces en las nieves
que lo amamantan
y en las corrientes pequeñas
que saltan y cantan.

Cuando ya no esté
porque sin querer, me arrancan
del corazón que me alimenta
y me presta savia,
yo soñaré contigo,
río de plata,
hasta que en la noche de estrellas
o en la alborada,
volvamos a encontrarnos,
alma con alma.

Después de una gran tormenta por las laderas de la Sierra. Los arroyos rebosan y en el aire tiembla lo inefable. El alma se para y ya quisiera que este momento no pasara nunca. Sierra de Cazorla.
CAPRICHOS DEL AGUA #

Estalló la tormenta
en la alta sierra,
se abrieron las nubes,
cayeron a mares
las aguas y las nieblas
y yo que bajaba
del prado de la hierba,
me quedé asustado
y dentro de la cueva
esperé mirando
descargar la tormenta.

En sólo unos minutos
la reseca tierra
se empapó tan a fondo
y por tantas grietas,
que el agua saltó
por enebros y piedras
y después de los charcos
en hoyas y praderas,
salieron las cascadas
blancas y bellas
y mientras caían
de las altas crestas,
cantaban las canciones
del alma que sueñan.

Estalló la tormenta
y yo allí escondido
en la oculta cueva
y contemplando la emoción
me empapé de ella
y también de Dios
que allí estaba y era.

La Violeta de Cazorla, es una pequeña flor nacida en planta leñosa que cada año rebrota. Crece en las zonas umbrosas o soleadas, pero casi siempre enganchada a las rocas calizas. No es nada espectacular, pero su color carmesí brillante y su especial espolón les prestan un atractivo original. Se da por todas las sierras del parque y otras limítrofes.

ME GUSTARÍA SABER *

Me gustaría saber de las flores
tantas cosas que ignoro.
De dónde y de quién
su exclusivo diseño.
Su delicado perfume.
Su atrayente color.

Por qué cuando las tenemos cerca
somos diferentes, y algunas,
por qué se desmayan
a la caída de la tarde
y otras radiantes se abren
a la espléndida luz del sol.

Me gustaría saber de las flores
tantas cosas, que...
Contemplando la bella estampa
de la Violeta de Cazorla
que decora este momento,
me viene a la memoria
la fábula, leyenda o cuento
que hace tiempo me relataron
de esta maravillosa y humilde flor.

Cuando Dios
terminó de hacer el Edén,
siendo la Violeta
la última flor creada,
dulcemente le preguntó:

- Hija de mi florido reino,
)qué más quieres que te dé
para completar tu hermosura?

Y la flor, respetuosamente,
le contestó:
- Dame un poco de hierba
para ocultarme entre ella.

Invierno y cascada en el arroyo de Linarejos justo por encima de la bella caída que llaman Cola de Caballo, Cerrada de Utrero. Son bonitas estas cascadas y arroyo, no sólo cuando el cauce baja repleto sino hasta cuando es escaso como este año, por causa de la gran sequía. Año 99. Sierra de Cazorla.


EN LA PAZ CONSOLADA #

Desgarrada el alma
de tanto en la vida
luchar sin espada,
de tanto en la vida
caer derrotada,
de tanto en la vida
andar desmayada
y de tanto en la vida
morirse de sed
en la orilla del agua.

Quemada la sangre
de ir por la vida
soñando caminos
desde la mañana
a la hermana tarde
y pidiendo limosna
y pasando hambre
allí donde el pan
abunda a lo grande.

Desgarrada el alma,
quemada la sangre,
me vine siguiendo
caminos sin nombre
que van por los montes
y se hunden en los valles
y allí donde brota
la fuente y su cante
y se hacen cascadas
los mil manantiales,
me encontré reinando
el amor que me ama:

el venero purísimo
que apaga la sed
y cura las llagas.

Amanecer en el río Borosa. Un momento fantástico lleno de luz, sombras y rumor de cascadas. Nada hay que tenga desperdicio y nada hay que sobre ni falte y menos cuando los momentos son como los amaneceres otoñales en el río hermano del Guadalquivir. Sierra de Segura, Sierra del Pozo.


ESTAMPAS SERRANAS #

La hermana de mis sueños
aquella noche me dijo:
- Agua de siete fuentes,
con padre, he recogido,
¿quieres tú que te regale
unos sorbicos?

El agua de siete fuentes
son siete veneros distintos
que a lo ancho de la sierra,
al azar, están repartidos
y en la mañana de San Juan
se visitan tempranico
y de ellos se recogen
el limpio líquido
que luego, al beberlo, cura
lo que el cuerpo tenga herido.
¿Quieres tú que te regale
unos sorbicos?

Yo le dije a la hermana:
- Ese regalo fresquito
que tú hoy quieres darme,
pues bueno, será bienvenido
porque aunque no cure lo que me duele
y de verdad bien necesito,
si viene de ti con amor,
es regalo tan bonito
que quiero y agradezco al cielo
que me lo hayas traído.
)Quieres tú que te regale
unos sorbicos?

Y recuerdo como la hermana
con su sonrisa, me dijo:
- Es agua de siete fuentes
que padre y yo hemos cogido
en la mañana de San Juan
muy tempranico.
¿Qué nos curará este año
que avanza tan despacico?
¿Quieres tú que te regale
unos sorbicos?

El narciso se da sólo junto a los manantiales, los cauces de los arroyos y las húmedas laderas. Este me lo encontré en uno de los más bellos rincones de este parque natural: por el arroyo de los Tornillos de Gualay. Se vestía con tonos tan finos que parecía un sueño.
DELICADA FLOR *

El magnífico pincel de la belleza
te ha dado su último retoque,
pareciendo sobre los verdes de tu lienzo
el clásico bodegón pero lleno de vida
que sólo puede pintar la naturaleza.

Como el diminuto faro
que quiere iluminar su entorno,
así te proyectas con la luminosa luz
que desprende tu incandescente filamento
y el inconfundible perfume de tus hojas.

Esta aventura de escribirte,
me recuerda,
la trágica leyenda del hermoso joven
que murió enamorado de sí mismo
al no poder corresponder al amor
de su propia imagen,
reflejada en la superficie de un lago.

Pero aquí, en la sierra,
tú eres diferente,
y aún llamándote Narciso,
eres la bonita flor silvestre
que naces en el invierno
y bellamente te deshojarás
después de haber alegrado
a cuantos ojos tuvieron la suerte
de encontrarte en su camino.

Esta es la Cerrada de Elías en el cauce del Borosa. Este río, el primero y más importante que el Guadalquivir recibe en su recorrido, es el más bello de cuantos ríos existen sobre el planeta tierra. Bien lo tengo yo recorrido en los momentos de profunda soledad y en las horas más silenciosas y pacificas. Sierra de Segura, Sierra del Pozo.

CELESTE AMANECER #

Vengo de la tierra amada
que, repleta de olivares,
de fuentes claras
y de arroyos cristalinos,
mira al sol de la mañana
y también mira al río
que llega desde la profunda sierra
y pasa y se aleja en su gozo limpio.

Y por la cara de piedra blanca que, cuando llueve es cascada y cuando no llueve es como espejo de la sierra excelsa y de noches con estrellas y también de lunas claras, he visto al pastor y a sus ovejas saltando en busca de las praderas altas y sin querer, he visto que ahí mismo, se le ha presentado el que le persigue y le ha dicho:
- Voy a denunciarte y si quieres, aquí mismo, ponemos en marcha y celebramos tu juicio.
He visto con mis propios ojos como el buen pastor, hombre sufrido donde los haya, le ha contestado que él nunca robó nada a nadie ni cogió de ningún lado aquello que no era suyo aunque fuera de su amigo.
- Eso se verá en el juicio.
Le ha respondido el que le persigue y a continuación el pastor ha dicho:
- Se verá, pero si tú te atreves, vente conmigo.
- ¿Adónde me llevarás?
- A la fuente de las aguas puras que además de quitar la sed, limpia tanto y tan fino que hasta arranca y se ve la suciedad que hay en el corazón y el espíritu.
Y el otro le ha respondido:
- Eso es una tontería tuya, donde se ve bien lo que cada cual ha robado y ha hecho mal contra el otro, es en un juicio.

Y el pastor de las ovejas mansas, yo lo he visto, ha llegado a la fuente que oculta mana y en sus aguas de viento y frío, ha lavado sus manos, su cara y luego, ha bebido para que también por dentro, entre la vida y limpie lo que no está limpio. Y ha mirado al que le persigue y otra vez le ha dicho:
- Ahora, lava aquí tus manos y tu cara y bebe como yo he bebido.
Y el que anda amenazando y acusando de malvado al pobre y sencillo, ha mirado al pastor y por lo que sea, no se ha atrevido a lavar sus manos en el agua de la fuente ni tampoco a beber del claro líquido.

Vengo yo de la tierra amada
y sin querer ver ni oír,
esto es lo que he visto y oído.

Una de las muchas cascadas que el río Borosa tiene en su recorrido por el Salto de los Órganos. Fue una mañana de invierno, después de varios días de recia lluvia y desde entonces no lo he olvidado.

ETERNIZADO EN TU PRESENTE *

Cuán me pareces, así vestida,
la esplendorosa bailarina
en la importante actuación
de una noche de gala.

De la roca de donde sales
al vacío te abres como
las alas de una mariposa,
no queriendo llegar nunca
a la blanda plataforma
de espuma y de algodón
en donde cesaría tu vuelo.

La capa de una princesa
quedaría empequeñecida
ante la mágica blancura
de revuelos siderales,
donde tus pies de doncella
dejas ocultos
en la ensoñadora corriente.

Toda tú eres blanca.
Toda tú eres nívea.
Inmaculada,
me recuerdas al sagrado manantial
que brota en la misteriosa cueva
y que busca el cansado peregrino
para prolongar su vida en su esperanza.

Yo he tenido la suerte de encontrarte
para apagar la sed de mis labios,
y lavándome en ti mis impurezas,
liberado de mi equipaje,
me quedo eternizado en tu presente

Una mañana de otoño por la Laguna de Valdeazores. Belleza y más belleza siempre como durmiendo o esperando el momento supremo para despertar, pero mientras tanto, ahí latiendo y cumpliendo con la misión de transmitir a Dios. Sierra del Pozo.

MIL GRACIAS GRITANDO #

Iba yo sin ir,
pero iba y soñaba,
por el viejo camino
que avanza y no acaba
y se me abrió la belleza
enredada en las ramas
del otoño cansino
y las hojas naranja.

Siguiendo la orilla
de las remansadas
aguas verdes serenas
que duermen y se aplastan
entre juncos y arces,
me encontré en la curva
y al frente, las aguas
y temblando en su gozo
y también reflejadas,
las hojas de oro viejo
ardiendo en sus llamas.

Iba yo sin ir
metido en mi alma
rebuscando las fuentes
que dan puras aguas
para saciar la sed
que me quema a llamas
y se me abrió la belleza
del otoño, en las ramas
y me quedé parado
gritando ¡Mil gracias!

Cuando ya el Guadalquivir corre por su gran valle, antes del Pantano del Tranco, se le ve casi durmiéndose en la serenidad de sus aguas y siempre acompañado de sus álamos y sus nubes. Todavía no se ha encontrado con el Aguasmulas, pero sí ya con el Borosa. Sierra de Segura.
MI ALMA TE VA CANTANDO #

Mi alma te va cantando
por los caminos borrados
en la dulce tierra amada
y loca te va buscando
en las noches estrelladas
cuando el ulular del cárabo
y cuando las lechuzas graznan
y en la música que los vientos
dejan cuando entre las ramas
se rompen ellos queriendo
como te canta mi alma.

Y cuando en la tristeza nada,
a pesar de tu presencia
que constantemente empapa,
mi alma te va cantando
a veces, humilde y cansada
a veces, anegada en llanto
porque aquello que ella ama
también se le va borrando
y alcanza, pero no alcanza
la fuerza que da tu mano
cuando acaricia y levanta.

Con el río, en la tarde,
se mira en sus limpias aguas
llamándote de hijo a padre
porque se encuentra cansada
de estar todo el día en suspiro
pobremente abandonada
del amor que tanto busca
cuando duerme y por el alba
y encuentra rastros y perfume,
desprecios y bofetadas,
espinas que agudamente
en lo más hondo se clavan,
y de ti va y encuentra
mensajes con notas claras
y sigue sin fuerzas llorando
por donde el río se marcha,
por los caminos que se borran
y en su tristeza, te canta.

Paisajes del Alto Guadalquivir//Rumor de poemas-3

Es abundantísima y hermosa la flora de este parque natural. Queda bien recogida en varios catálogos y son alrededor de dos mil especies. Plantas endémicas, que sólo se dan por estos rincones, existen un buen número. Aquí tenemos un catanache que me gustó especialmente. Por todo el parque.

NO SÉ HABLAR #

A mí, que no sé hablar
y todo entero soy tan nada
que ni letras tengo ni títulos,
ni nombre ni tierra ni casa
y lo que más llego es a tener
cuerpo enclenque y carne flaca,
a mí que me regalaste aquel día
una espléndida mañana,
un camino ya olvidado
que atraviesa las montañas,
un silencio profundísimo
donde se te oías que andabas,
un arroyo de aguas limpias,
un bosque espeso y virgen
y una flor inmaculada.

A mí que no soy nadie
o un ser de clara calva
que pasa y a nadie interesa
ni a nadie importa lo que habla
y por eso quedo arrinconado,
cosa de poca importancia,
a mí, me regalaste aquel día
la primavera completa
y me diste la fuerza exacta
para que andara los caminos
que también me regalabas
y el viento con el blanco sol
y el amor por la tierra amada.

Tú te fijaste en mí
sin tener títulos ni habla
y me regalaste la belleza
cuando yo aquella mañana
de tu mano iba por el edén
que también me regalabas.

El río viste su traje de gala en cada momento y rincón de su recorrido. Nunca es el mismo ni tampoco nunca es menos bello que antes. Guadalquivir justo donde a éste se le junta o entrega el otro río diamantino: el Aguasmulas. El segundo río importante que, en forma de afluente, recibe por el margen derecho según baja. Sierra de Segura.


UN REGALO PARA EL ALMA *

Contemplar este paisaje
es un verdadero lujo.

Sí, compañero.
Aquí se ha detenido el tiempo
y el transcurrir de las horas no cuenta.

Cielo, nieve, árboles, tierra y agua
un bello pentagrama
con cinco vocablos tan grandes
como la inmensidad del alba.

El viajero, se sorprende.
Al caminante, se admira.
El peregrino, descansa.

Y yo que soy trovador
de las cosas que me agradan,
qué decir de este paisaje
que no se dijera ya
en la voz de quien pasara.

El cielo, nítido y limpio.
La nieve, más pura y blanca.
Los árboles, verde musgo.
La tierra, nunca sembrada.
Y todos, buenos amigos,
en los espejos del agua.

La visión de estos lugares,
un sueño, una esperanza...
Un regalo de la Sierra
para guardarlo en el alma.

Después de las intensas lluvias, el arroyo del Cerezuelo se llenó de la manera que muestra la foto. Es por la cascada de la Caída o del Cubo y por donde los pinares se agarran a las recias rocas. Sierra de Segura.

CONCIERTO CELESTIAL *

El agua del río corre,
se desliza y salta
buscando en su camino
el remanso que le haga
más tranquila
y menos turbulenta.

A su paso por la frondosa
vegetación que alimenta,
va formando cien órganos
que arpegian la dulce sinfonía
que aprendiera del cielo
de la alta sierra,
o de la luna que más la platea
en las noches de creciente.

En la falda de la verde montaña
por entre las pulimentadas rocas
que permiten su cauce,
el agua se desploma convirtiéndose
en mechones virtuosos
y en columnas musicales
proclamando el inacabado concierto
en homenaje a la Creación.

Escucha hombre,
de esta belleza exclusiva,
el arquitecto es Dios.

Cola del Pantano del Tranco, justo por donde estuvieron las huertas de la aldea que sepultaron las aguas. La de Bujaraiza y el rincón de la Huerta Vieja. Lo que muestra la foto ocurrió una tarde de otoño. Sierra de Segura.

LA TORMENTA *

Hasta el mismo corazón de la sierra
ha llegado la tormenta, y aquí,
en una eclosión de nubes y de vientos
ha descargado su máxima fiereza:
relámpagos y truenos,
aguas torrenciales,
vientos huracanados sin tregua.

El universo de agita
y hasta las ingrávidas montañas
sienten los látigos de la fuerza.

Así también, a veces,
al corazón humano llega
la inesperada tempestad,
y en él, un duelo de pensamientos,
emociones, sinsabores y tristezas
lo hacen estallar, convirtiéndolo,
en el punto decisivo de una guerra.

Después...
Meditación, calma, paz...
Bajo el mismo sol y las estrellas.
La oración de los silencios.
El pañuelo de las lágrimas.
El llanto de la miseria.

Luego...
La corriente de la vida
todo hacia el mar se lo lleva.

Cola del Pantano del Tranco, pueblo de Hornos y pico del Yelmo desde las Sierras de las Lagunillas. No podré olvidar nunca la belleza que irradiaba aquella mañana y menos la visión que Dios me regaló desde las laderas de las cumbres que de enfrente, por donde remontaba. Sierra de Cazorla, Sierra de Segura.

FANTASÍA SOÑADA #

Vi yo ayer la cola del pantano,
por donde estuvieron los cortijos
y fueron las tierras del paraíso
tupidas de cerezos y de manzanos,
y vi yo que el agua había bajado
tanto o más que cuando la sequía
de hace seis o siete años.

Por la orilla brillaba la tierra roja
y por donde estuvo el cortijo blanco,
los tarayes secos emergían mudos
y donde pastaban las ovejas aquel año,
piedras lavadas y más tierra ocre
y orilla adelante, todo denso barro.

Desde la curva del almendro verde,
mudo ayer estuve yo mirando
y como tantos otros días y atardeceres,
sentí la tristeza y sentí el llano
frente a la sequía a pesar de las aguas
y frente a la soledad a pesar del pantano.

Ayer tarde, como tantos otros días
sentí que el tiempo sigue pasando
y el paraíso que cubrieron las aguas,
como si al esconder estuvieran jugando:
en los años de las abundantes lluvias
todo queda por completo tapado
y en los años de las sequías profundas,
todo queda al descubierto y gritando.

Cuando llega la primavera, las sierras que dan cuna al río, se visten con los trajes más bonitos. Los rosales silvestres, los majoletos y otros arbustos, se reparten por las cañadas y allí donde brota un chorrillo limpio, ellos clavan sus raíces y adornan con sus flores.

UNA FLOR PARA OTRA FLOR *

En esta primavera,
en este mes de mayo,
te llevaré, si quieres,
en un bello racimo
con la siguiente oración:

Emperatriz de los cielos.
Del corazón de la sierra,
para dejarla a tus plantas,
traigo esta bonita flor.

Esta rosa inmaculada
en primavera nacida
cambiándose los colores
de rosa a blanca pasó.

Y cuando crecida y pura
todo llena de hermosura
dio a sus filamentos oro
donde la abeja procura,
de su néctar, el mejor.

Así de blanca y sencilla
permitió esta maravilla
la arrancara de su tallo,
porque, sabiendo que es mayo,
mes de la Reina del Cielo,
para cumplir nuestro anhelo
qué más bonito regalo:
dar una rosa a otra Rosa,
dar una flor a otra Flor.

Amanecer en el Pantano del Tranco. En cada momento y hora, cualquier día del año, los paisajes del "Edén", son como sueños que despiertan y se renuevan sin interrupción. Sierra de Segura y Hornos.

EL SOL DERRAMÓ SU BRILLO #

Me fui aquella mañana
camino del valle perdido.
Crecía la hierba,
temblaba en ella el rocío,
se extendían las nubes
siguiendo las aguas del río
y en la mañana encantada
el campo estaba tan lindo
que solo mirar y callar
era un placer infinito.

Llegué aquella mañana
adonde crecen los lentiscos
y la piedra grande se clava,
me paré y miré distraído
y ante mis ojos y el agua,
el sol derramó su brillo
y la luz bordó con su juego
un dibujo y cuadro tan fino
de reflejos plateados
y de olas con surquitos,
que me quedé embelesado
y por dentro, bien herido.

Me fui aquella mañana
de aire húmedo y tibio,
pisando la tierra amada
cuando la hierba brotaba
y la bañaba el rocío
y se me reveló la belleza
en el rincón escondido
cuando menos lo esperaba
y menos tenía merecido.

Tarde de otoño en el Pantano del Tranco, Bujaraiza y cerro del Almendral. Después de una gran tormenta la sierra se queda teñida de una limpieza y luz que asombra. Sierra de Segura y Hornos.

BELLEZA ASOMBRADA #

Iba yo en mi sueño
de la tarde enredada
en los pinos añejos
y las nubes blancas
y, al soñar los caminos
que busco y me llaman,
se me abrió la belleza
desde el fondo del agua
y se me hizo cumbres
de nubes arropadas
y se me hizo viento
y asombro en el alma.

Era en el otoño
y en la tarde apagada.
Las nubes corrían,
el viento soplaba,
se teñían de oro
las olas del agua
y se llenaban de sombras
las praderas largas.

Iba yo en mi sueño
conmigo y en mi alma,
buscando caminos
y soñando albas.

Se me abrió la belleza
como yo, asombrada,
en la tarde de otoño
y el fondo del agua.


El famoso Charco del Aceite, no de la Pringue, remanso artificial a seis kilómetros por debajo del muro del Pantano del Tranco. En los atardeceres otoñales, cuando el invierno llena de niebla todos estos barrancos y cuando la primavera viste de verde las laderas y vegetación que arropa al río, este rincón se transforma en una belleza sin par. Sierra de las Villas.

RÍO QUE ERAS NIÑO #

Todavía precioso
y de verde vestido,
se remansa en sus charcos
escoltados de pinos
y se funde con la brisa
que juega con los niños
en el mar ensanchado
que le han construido
entre las murallas
de rocas y lentiscos.

¡Oh tú, mi hermano
río que eras niño,
en aquellas praderas
que fueron tu nido
y hoy ya te veo
grandioso y crecido,
ahora más que nunca
quisiera contigo
fundirme y marcharme
o morir despacico
antes que perderte
y morir sin alivio!

Todavía precioso
y de verde vestido,
Guadalquivir plateado
juegos y divinos
reflejos del Dios
que en un punto y unidos
nos tiene a los dos,
en su seno escondidos.

Es una planta endémica. Los serranos lo llamaban Tabaco Gordo porque al parecer, fumaban sus hojas. La atropina que contiene es alcaloide. Sin pretenderlo ni buscarlo, pero sabiendo que por allí estaba, nos la encontramos aquella tarde y ello nos alegró mucho. Sierra del Pozo.

LA BELLEZA ESCONDIDA #

Cara al sol de la mañana
se abre la agreste ladera,
por arriba queda dibujada
por el perfil de la cumbre,
pura roca toda blanca
como las nieves que las nubes
deja en ellas amontonada,
por abajo queda la ladera
airosamente adornada
por el surco del río cristalino
que sereno trae sus aguas
de las cumbres que se enfrentan
a la ladera anunciada.

En el centro de esta pendiente
que es como un mar de ancha,
se abren varios arroyos
con sus valles y hondonadas
y por donde también revientan
fuentes copiosas y claras
bajo los robles milenarios,
las tremendas cárcavas
y los bosques espesísimos
que a la ladera engalanan.

En el corazón de los bosques
y escondida entre las zarzas
allí me encontré las flores
de la que es escasísima planta
por las tierras de este parque
aunque no sea una planta rara,
pero yo por si acaso,
me la traje en el alma
y ahora cuando la recuerdo,
dibujada en la distancia.
¡Qué bonito era aquel rincón
cara a sol de la mañana!

Río Guadalquivir justo cuando éste comienza a salir de su sierra. Parte de abajo del Puente de los Agustines. La Veleta, es el picacho rocoso que corona, el mismo que clava sus cimientos en el Charco del Aceite. Invierno, cuando el río lleva menos aguas y un día de lluvia y niebla. Sierra de las Villas.

AL RÍO DEL EDÉN #

Cuando ya no esté, Dios mío,
y el río del edén siga corriendo
con la transparencia que lo he conocido
y con la luz y gozo que me daba contento
desde aquella primavera que me lo encontré
chiquitico, allí donde duerme el viento,
para cuando ya no esté, Dios mío,
sólo tres cosas pedirte ahora quiero:

Permíteme que cada noche sueñe
con este río que aquí me dejo
y permíteme que sienta el rumor de su corriente
con la misma claridad que hoy la siento
para que mi corazón enamorado
no se muera de tristeza en aquel destierro.

Permíteme, Creador de las estrellas,
que cuando esté soñando este dulce sueño,
pueda percibir el olor de las montañas
que dan vida al que es el río más bello
y permíteme que pueda coger
los juncos y las ramas de los fresnos
para que en aquella distancia amarga
siga un poco más vivo, aunque esté muerto.

Permíteme, amado Dios de mis entrañas
que cuando ya no esté y me alimente con el sueño,
encuentre cada noche un prado limpio
y un poquito de hierba junto al sendero
para refrescar la sangre de mis venas
y seguir creyendo, que aunque muerto,
vivo todavía por estas riveras
donde recibí de Ti tan hondo beso.

Atardecer en el Guadalquivir después de la lluvia y por debajo del Charco del Aceite. ¡Qué bonitas son las tardes otoñales cualquier día y en cualquier rincón de estas sierras! Sierra de las Villas.

HERMOSO GUADALQUIVIR #

Claro río que hermoso corres
ajeno a quien te mira
porque tú eres la belleza
y eres la clara sonrisa
que manando de la sierra
naces repartiendo vida
y de la sierra te alejas
para hacerte más semilla,
yo ayer te vi brotar
donde la lluvia caía
y luego te vi remansado
donde la hierba germina.

¡Qué gozo si hoy yo pudiera
contigo irme en la brisa!

Claro río yo te saludo
en esta tarde perdida
de pinares y romeros
y de nieblas diluidas
y donde en tu curva te meces
y a mis ojos encandilas,
se me aviva en el alma
la voz que en lo hondo grita:
ASi tú eres espejo de Dios
y obra por Él esculpida,
dime río plateado
"cómo es el Dios que a los dos
nos creó y regaló la vida?"

¡Qué gozo si hoy yo pudiera
contigo irme en la brisa!

Claro río que hermoso corres
ajeno a los que te miran,
eres espejo en la tarde
y fuente de aguas purísimas.
¡Qué gozo si hoy yo pudiera
contigo irme en la brisa!

Una de las mil curvas limpias y llenas de tonos verdes que el río tiene a lo largo de su recorrido y más, cuando ya se aleja de las sierras. ¡La de momentos sublimes y profundos que el río ha dejado estampado en lo más hondo de lo que soy! Guadalquivir por debajo del Pantano del Tranco. Sierra de las Villas.

¿ADÓNDE VA EL RÍO? #

La transparencia del río
en la curva ancha
ha sido el espejo que esta noche,
toda la noche larga,
ha estado llenando sin querer
toda mi alma.

Y mientras la he estado recorriendo
y al llegar ahora la mañana,
me he estado preguntando y diciendo
que adónde van las aguas
tan limpias y tan serenas
que en la noche mágica
no han dejado de correr
o de estar remansada
por la curva ancha del río,
ya al final de las montañas.

Y me lo pregunto porque este río
siendo el mismo que por las tierras saltas
no es el mismo que pasa por los campos
ni el que ensucian en las casas blancas
ni el que remansan para que se bañen
los turistas de las avalanchas,
sino que este río mío,
el que por mis sueños corre en aguas claras,
es el que no tiene nombre
y aunque es y corre, nadie lo mancha
porque pertenece al espíritu y al sueño
que sólo es y existe en mi alma
y por eso preguntaba que adónde
va y muere este río de plata.

Nota del autor: este poema tiene dos partes más.
Es una trilogía que nació de un sueño.

Ninguna flor silvestre es más bella que otra ni se encuentran en distintas escalas, según la ciencia del amor a la naturaleza. La otra ciencia, tiene sus puntos de vista. Lo que muestra la imagen es la simple flor de un gamonito, planta abundantísima en todo el parque y muy común. Fue un día de primavera por las cumbres de la altiplanicie Albarda. Sierra de las Villas.

CUSTODIA FLORAL *

Como una custodia floral,
así te alzas Gamonito.
Como una custodia.

Ya se abren tus flores
al todavía tibio beso
de la primaveral mañana.
Pero cuando el sol del mediodía
te regale el esplendoroso
rayo de su boca de oro,
tus cálices se abrirán
y tus estambres, como diminutas
antenas, percibirán la sagrada
bendición del universo.

Sé generoso, caminante,
y no trunques
su delicada hermosura
para dejarla después, solitaria,
en la opaca vasija de cristal
donde morirá olvidada.

Déjala seguir viviendo
en su tallo, para que en él,
los humanos, podamos comprender
la grandeza del infinito,
plasmada en la belleza de una flor.

Como una custodia floral,
así te alzas Gamonito...
Como una custodia.

El río se va de la sierra que le ha dado vida y del alma que lo ha seguido a lo largo de su recorrido. Pero todavía unos kilómetros antes de alejarse de sus cumbres, juega y embelesa al alma que lo ama. Sierra de las Villas.
EL NUEVO JORDÁN *

Te soñaba como sueña
el amado con su amada.
Como sueña la avecilla con su nido,
el preso con un rayo de esperanza
y la madre en los brazos con su hijo.

El susurro de tu agua cristalina,
una tarde de abril llegó a mi alma,
diciéndome con versos quedamente,
que en los claros- azules del torrente
bogando por tu cauce me esperabas.

Acudí a la cita muy temprano
y ante tanta grandeza desprendida,
comprendí,
que los sueños renacen cada aurora,
siendo para el pecho en que se afloran
símbolo de amor y bienvenida.

A la orilla de tu plácida corriente,
desmonté de mi regia cabalgadura
como lo hiciera en su visita un caballero
y te ofrecí, con mi espada, mi armadura.

Apagué mi sed de peregrino
sin más vestimenta que mi alma,
porque siéndote mi entraña enajenada,
desnudo me recliné en el venero
del mágico Jordán del que yo espero
me bautice la pureza de tu agua.

Un trozo del Guadalquivir cuando ya va terminando de alejarse de las sierras donde nació. Unas curvas más y se mete por entre los verdes olivares que lo reciben alborozados. El último puente de aquellos tiempos y las últimas cascadas antes de hacerse gran remanso por el corazón de Andalucía. Sierra de las Villas.

EL RÍO QUE ME HA VISTO #

El río que me ha visto vagar por su orilla
en las tardes del verano cuando cantan las chicharras
cual sonámbulo sin nombre que es melancolía
que vuela y vuela buscando un apoyo
y no encuentra más luz que la luz del día
ni más sombra ni fuente ni camino viejo
que la honda soledad en la tarde perdida.

El río que me ha visto rezar de rodillas
con las lágrimas bañándome las manos y el rostro
y los ojos fundidos, secos y sin vida
como hierba que espera un poco de lluvia
porque ya está madura y a punto la semilla
o como golondrina que vuela y revuela
al calor del nido donde esperan sus crías.

El río que me ha visto temblar en sus aguas,
cavar un sillón en su arena fina
y sentarme en silencio mirando a las montañas
o al verde de los álamos que son melodías
dejando en libre vuelo mi cansada alma
mientras mi cuerpo sin fuerzas se dormía,
este río que me corre y me llama
por el nombre propio que me dio la vida,
ahora lo saludo como quien se marcha
y el que se queda es él aunque no lo diga
y al confín del mundo se aleja callado
el que lloró junto a él y rezó por su orilla.

Paisajes del Alto Guadalquivir//Rumor de poemas-4

Cuando cae la nieve, las cumbres de donde nace el río, se cubren con mantos como la que muestran la foto. En el silencio de las altas montañas y de los espesos bosques los blancos copos se hacen alfombras y duermen soñando hacerse fuentes rumorosas y luego, río plateado.

NAVIDAD ANTICIPADA *

Primero, brisa.
Más tarde, copo.
Ahora, nieve.

En la alta sierra,
la blancura del tiempo,
ha engalanado con gráciles tentáculos
la enérgica distribución de las ramas
de los árboles, que como vigías,
llevan al sagrado lugar del destino.

La vereda, cubierta por la
inmaculada nieve, reitera su alegría
sabiéndose paisaje en la virginal capa
de la gentil novia llamada primavera.

Los álamos,
con soberanas vestiduras
en un imaginado desposorio
entre la sierra y el cielo,
se cimbran levemente, haciendo honores,
ante la paz y el amor
de quien concede tal ventura.

No holléis el camino
con vuestras huellas de hombres
y soñad por unas horas,
aún sin serlo, la grandeza
de una Navidad anticipada.

Después de una gran nevada, la nieve se va fundiendo en un juego precioso que empapa y da vida al arroyuelo. Algo más adelante, ya será la fuente primera que va dando cuerpo al gran río Guadalquivir. Son las laderas sur del Pico Cabañas, Sierra del Pozo. Cazorla.

REDONDO ESPEJO #

Blanca nieve que en silencio
ayer jugando volabas
cuando caías del cielo
y eras sonrisas de hadas
y esencias del puro cielo,
en mi camino hoy te encuentro
por el suelo derramada
vestida aún con tu misterio
y todavía inmaculada.

Blanca nieve que en silencio
ayer jugando volabas,
ahora que eres como sueño
que a la sierra engalanas
presa del sol, en su beso,
te vas muriendo callada
y te haces arroyuelo
y reluciente cascada
justo cuando yo te encuentro
y enamoras a mi alma.

Blanca nieve que en silencio
te vas transformando en agua
y te llevas a la vida
antes de que ésta nazca,
si te encuentras a tu dueño,
el que mi corazón tanto ama,
dile que también yo muero
y que contigo en el alba,
quiero irme de este suelo
y en el mismo noble silencio
que fuiste y ahora te acabas.

Blanca nieve que en silencio
de mi Dios, tú me regalas,
luz y un redondo espejo
con su cara reflejada,
frente a ti soñando muero
y frente a ti, llora mi alma
por aquel que tanto quiero
y tanto, ahora, echo en falta.

Paisaje calizo cerca del arroyo de Linarejos, por encima de la Cerrada de Utrero. Hasta en el más apartado rincón o en el paisaje menos llamativo, se esconde o refleja una belleza, a veces modelada por los elementos y otras veces, dejada ahí momentáneamente, que siempre es única en el Universo. Tuve la suerte de admirarla, recogerla parcialmente y dar gracias. Sierra de Cazorla.

FUERTE COMO LA ROCA *

Como el mástil del velero
así te alzas, magnífico pináculo.
Gentil caballero, incólume
y erguido protegiendo tus dominios.

Fuerte eres como la roca viva
en la que te sostienes y te elevas.

A tus pies, para alcanzarte,
la erosión de tu terreno
se ha hecho delicada escalera
alfombrada en sus peldaños
con la blanca textura de la nieve,
limpiando así, el posible moho
que te hiciera entumecer
y derribar tu esfinge.

Hoy, tu corona es blanca
como blancas son las nubes
que te premian con su aliento,
y tu capa de azul índigo
semeja el bello color,
copia literal del bello azul,
de las aguas del río que proteges.

Cuánto diera por ser como tú,
encarándote a las inclemencias
y resistiendo a los inhóspitos elementos
que te acarician con deseos de doblegarte.

¡De verdad!
Cuánto diera para que fueras un día
el menhir de mi lacerado cuerpo.

Nieve sobre la dura cara de un agreste calar. Por uno de los muchos y solitarios rincones de estas sierras y como la luz de la tarde y el silencio de las horas la presentaban tan hermosa, aquí la tengo recogida. Ya se estaba derritiendo y algo más abajo era cascada hacia el río para llenarlo de vigor.

LOS BALCONES DEL CIELO *

Nieve.
Tú decoras las cumbres
como adorna la dulce nata
al mirador del pastel
que conmemora
la efemérides de un santo.

En el mismo mes de cada año,
a la cúspide de la sierra llegas,
tapizando con tu blancura
las mesas que esperan recibirte.

Eres como el tapete festoneado
de encajes en los diferentes
veladores donde se prepara
el celestial convite por tu presencia.

Si algún año no vinieras,
el sueño de la montaña
quedaría en la nostalgia
de saberte en otro lugar
celebrando, con otros, el divino festín
de paz, de hermosura y de silencio.

Pero mientras te veamos
en la grupa de las altas rocas,
sabremos, dulce nieve,
que como nosotros,
todavía sigues amando
a la a veces, inaccesible belleza
que tienen los balcones del cielo.

En el lugar llamado Blanquilla Baja, por las cumbres de la Sierra de las Villas, creció este hermoso ejemplar de pino laricio. Al caer las tardes me gustaba ir y sentarme junto a su tronco. Me emocionaba sentirlo latir mientras moría y tanto llegué a quererlo que cuando ya se apagó, me sentí triste. Hoy lo recuerdo desde el cariño que le tengo.

EL PINO DE LA CAÑADA #

No se borra de mi alma
ni la imagen tierna
ni el calor de la llama
que aquella niña bella
dejó cuando jugaba
por este rincón y tierra
aquellas mañanas claras.

Brotaba la primavera
y las nieves se marchaban,
brotaba la fresca hierba
y el agua mansa
siempre corriendo sincera
alegrando a la cañada
y clavado en las grises piedras
el pino de las montañas
ya con sus piñas resecas
y secas también sus ramas.

No se me borra del alma
la imagen de la niña bella,
la dulce hermana
siempre por aquí en esencia
soñando sueños de hada
y el pino seco,
la gran cañada,
la pura hierba
y la gris mañana,
dándonos su tierno beso
en su muerte larga.

En invierno, en los arroyos y cascadas de estas sierras, tiene lugar otro de los espectáculos menos conocidos por los que visitan estos lugares: las aguas se hielan, en los tallos de juncia, sobre las rocas, en los charcos, sobre las hojas de hierba en las cascadas y nacen así, una sinfonía de esculturas cristalinas que asombran por sus formas bellas. Cascada de Nace el Río, por encima de Cazorla.

DEDOS DE LAS MANOS DE DIOS *

Me recuerdas a los mágicos cristales
de una lámpara de murano.
Celebrando antiguas y jóvenes primaveras
a la tarta feliz de un cumpleaños.
A la bella estalagmita, que surge del suelo
de la cueva en las entrañas de la tierra
queriendo por su cuerpo subir a lo alto.
Al cristal de roca. Al diamante blanco.
A la sal gema. A los cristales de calcita
y al coral que se forma
en la profundidad del océano.

¡Pero no!. Tu belleza es diferente,
transitoria, inaccesible, inagarrable.
Eres un pequeño conjunto de carámbanos.
Dedos de las manos de Dios
bajados en inmaculados copos
hermosamente puros y blancos.

Vana ilusión sería cogerte.
En mis dedos humanos morirías,
mejor, mientras pueda, será verte.
Después, nada quedará de ti.

En los filamentos de la hierba
en que te sostienes estará tu alma
y sólo tendré, el instante
que, recordando tu estampa
de nuevo la soñaré en lo que parecías
un ramo de juncos en escarcha
lleno de alburas y de encajes.

Engalanados los arroyos con los hilillos del agua que saltan por las cascadas en busca del gran río. Pero sorprendidos por las bajas temperaturas de las noches se quedan congelados en el capricho y belleza que muestra la foto. Todo es posible en este mágico mundo de la honda y hermosísima sierra.

CUANDO LLOREN TUS HIELOS *

Se han congelado tus aguas
pareciendo, los suspendidos carámbanos,
a diamantinos zarcillos
colgados en los perfiles
de la ubérrima montaña.

Como en las grutas donde aparecen
las atractivas estalagmitas,
así sucede a tus mechones escarchados,
dejando en la cara de la cumbre
el sublime regalo que deslumbrará
en el mural de una noche de ensueño.

Poco te durará este precioso adorno
porque, tan pronto como el sol
te roce con su cálido beso
haciéndole llorar a tus hielos,
de nuevo volverás a la vida
convirtiendo tus extáticos pendientes
en lo que fueran sonoras cascadas
de luz, movimiento y fantasía
antes de que los gélidos vientos
te convirtieran, sin tu permiso,
en los blancos sollozos que
testifican la magnitud de tu belleza.

Cuando llega el día los rayos del sol derriten los hielos y las aguas siguen su camino saltando por las corrientes. Su misión es encontrarse con el río para henchirlo y a veces las cascadas son grandiosas y hasta llenas de misterio.

LLUVIA DE ROCÍO *
Como una incesante lluvia
de rocío te lava y te peina
tu dorada cabellera
ese pertinaz torrente
que, cayendo en el vacío
va dejando una estela
de blanca luz y de escarcha.

Roca de siglos. Enhiesta figura.
Obelisco sagrado de la montaña.

A ti dirijo mi verso
sabiendo tu dureza modelada
por el incansable beso del agua
y que sin bajar del cielo,
lluvia de estrellas parece
en su eterna catarata.

Racimo de blanca espuma
con avecillas de plata,
qué diera yo por estar
en el rocío de tus aguas
y por siempre acariciado
con ese batir de alas.


Estaba recién nacido y me lo encontré aplastado contra la tierra y las piedras una tarde cuando ni siquiera lo buscaba. Al verme, no huyó, se quedó contenido contra el suelo y esperó que el peligro pasara. Fue por la pista que sube a Puerto Lorente. Sierra de Cazorla.

CERVATILLO NO TEMAS *

Cervatillo. No temas.
Que sólo quiero, con mi disparo de amor,
llevarme en mi cámara fotográfica
la genuina belleza de tu estampa,
para después, recrearme admirando
la sabia inocencia de tu imagen
que, mimetizada yace
en el suelo donde te recuestas
esperando receloso que me vaya.

Cervatillo. No temas.

Siento que desde tu cohibida postura
me miras preguntándome quizás
mil preguntas sin respuesta.

Si alargara mi mano, te rozaría
con la sola intención de acariciarte
y quitarte si pudiera,
el temor y el miedo
que mi presencia te causa.

Bamby. No temas.

Ya tengo más que suficiente
con llevarte en mi cámara fotográfica.

Grandioso macho de muflón por la soledad de las cumbres del Calarillas. Son muy ariscos estos animales, ovejas silvestres, pero observados en su medio y en su libertad, qué belleza más noble imprimen y regalan al paisaje. Si se les contempla desde este punto de vista, qué sensaciones más limpias dejan en el espíritu. Sierra del Pozo.

ASOMBRO EN LAS CUMBRES #

Cuando ya el verano termine de llegar
y en pasto se convierta la verde hierba,
tengo que irme, o al menos eso quiero,
por los campos viejos de mi sierra.
Porque debo hacerle una visita
a los amigos que viven en las aldeas
y tengo que charlar con el pastor
del pinar espeso que también se seca.
Y entre tantos otros proyectos viejos
que en mi alma, pacientes esperan,
tengo que visitar a los hermanos
que ya recogen sus patatas de las huertas.

Cuando ya el verano termine de llegar
y unos y otros hagan sus maletas,
porque termina para ellos una etapa
y comienza en sus vidas otra nueva,
tengo que irme, si es que puedo,
por los caminos de mi amada sierra
a ver si me encuentro con los tesoros
que el tiempo, en silencio, pudre y seca
y de este modo me empapo un poco más
del dolor de ellos, que es vida sincera
y más me muero en la soledad
persiguiendo la llamada de la tierra.

Cuando ya el verano termine de llegar,
puede que en mi alma la vida florezca
sobre las ruinas de los ignorados y sin voz
y los pastores que por los campos quedan.

Por las cumbres de la cuerda del Gilillo, en otros tiempos, no era difícil ver grandes manadas de machos monteses. Este se iba solo por el barranco de Nace el Río. Era una fría mañana de invierno.

EL MACHO MONTÉS #

Íbamos en el juego
pisando la hierba
y el barro espeso
que la nieve al fundirse
dejaba en la tierra
y era por la mañana,
casi amaneciendo
y por eso estaba
el rocío en las hojas
y la hierba helada.

Estaba claro el día
y el viento pasaba
como de paseo
aunque era frío
y por eso dejaba
un beso tembloroso
en los labios y la cara
y al romperse en los pinos
estos se quejaban
de gozo y heridos
y luego se morían
temblando en el alba.

Tan en sí embebidos
íbamos nosotros
alma con alma,
amigo con amigo,
palabra con palabra
asombrados en el misterio
de la tierra amada,
que no descubrimos
que el macho montés
tranquilo bajaba
de su prado florido
y con él se llevaba
el día redondo
sobre un mar de plata.

Hubo un tiempo en que por las cumbres del Gilillo, las crestas que coronan al pueblo de Cazorla, las monteses y los ciervos, trotaban en su libertad llenando de belleza los paisajes. Aquellas escenas, como tantas otras en estas grandiosas sierras, estaban cargadas de una elevación espiritual que transcendían al tiempo y la materia. Estampas serranas por las cumbres del Gilillo. Sierra de Cazorla.

TAMBIÉN YA ESTARÁ MUERTO #

Trotaba por su cumbre
el hermano ciervo,
buscando la libertad
del espacio abierto
y yo que iba por allí
a la libertad, siguiendo,
al rodear unas matas
me lo encontré de lleno.

Trotaba por su cumbre
y al verlo,
detuve mi caminar
y detuve el tiempo
en el instante tan redondo
de gozo supremo
y como tantas otras veces,
me dije, desde dentro:
AYo que no sé hablar,
Dios mío del cielo,
¿por qué de Ti recibo
tanto amor sincero
justo cuando más desnudo
y menos lo merezco?

Trotaba por su cumbre
en la libertad del sueño
y cuando han pasado tantos años
y gustoso lo recuerdo,
me digo en la tristeza:
"También ya estará muerto
como los ríos de ilusión
que fueron en mi pecho".

Estaba en su silencio sobre la Peña de los Halcones. Durante un buen rato la estuve observando desde la distancia, le hice la foto y luego me fui, dejándola en su atalaya. Sobre los olivares del fondo el sol se derramaba y por la cumbre, el fresco viento acariciaba en forma de beso. Sierra de Cazorla.

ATARDECER DE ENSUEÑO *

En esta maravillosa tarde de septiembre
cuando el sol se oculta
y el cielo se tamiza de cárdenos colores,
con un catalejo te miro
porque de cerca, no me dejarías.

Sobre la alta peña
la silueta de tu imagen
me dice tantas cosas,
que te supongo en guardia
protegiendo así, la necesaria
búsqueda para el sustento
de quienes formáis una manada.

Cabra montés. Centinela.
Atenta vigía en las cumbres,
no des tus silbidos de estampida
porque no hay peligro,
y así recrearme yo pueda
en este atardecer de ensueño.

Mientras los tuyos pacen,
tu turno de imaginaria
es imprescindible y necesario.
Como necesario es
que vuestro hogar sea el alto monte
y vuestro destino,
la procreación de vuestra raza
para mayor esplendor
de la sierra que habitáis.

Paisajes del Alto Guadalquivir//Rumor de poemas-5

Cuántos pajarillos hay a lo largo y ancho de estas sierras? Cada uno tiene su belleza particular, canta con su trino único, vive en su árbol predilecto y, además de llenar de armonía los campos, los visten y los cuidan a su manera. Este que vemos en la foto fue sorprendido, un amanecer, en las aguas del abrevadero de Rambla Seca, Campos de Hernán Pelea, Sierra de Segura.

TE LLAMARÉ SOLITARIO *


Te comparo con los cromos
que compraba cuando niño
cambiando los repetidos
por aquellos que no tenía,
y que más tarde pegaría
en las hojas
de un álbum coleccionable.

Desconozco el nombre de tu raza
porque yo, de pájaros no entiendo,
aunque si tuviera que darte uno
te bautizaría con el nombre de "Solitario",
porque así llegaste a la verde rama que aguanta
el diminuto peso de tu cuerpo.

Después, te dejaría en la misma
libertad que tienes, para que alegraras
con tu piar los lugares donde vives,
sabiéndote admirado, no prisionero.

Yo no tengo jaula y por lo tanto,
puerta ni llave con que cerrarla,
y es curiosa la coincidencia
que vengas hoy a visitarme
para que haga la siguiente reflexión:

Yo prisionero del mundo
siempre sujeto a la tierra
volar como tú quisiera
por esos cielos de Dios.

Tú, aunque solitario, alegre,
con libertad suficiente
desde tu rama me miras
pensando qué pienso yo.

Es la oruga de la preciosa mariposa Graellsia. Nos la encontramos recién caída de su pino laricio y junto a una fuente de agua fresca. Ya estaba buscando donde enterrarse para dar paso a la metamorfosis que le dejaría en mariposa. Fue una alegría y un gran gozo porque una vez más comprobamos que la sierra premia hasta con los detalles más menudos.

LA MARIPOSA MÁS BELLA #
Veníamos, aquella mañana
de los misterios de la sierra
y de donde el arroyo tajado
se retuerce y quiebra
y habíamos, luego, pasado
por la llanura de la hierba
que tiene el río donde nace
y un poco más a la izquierda
nos vinimos por el lado
de la fuente de la hiedra
y el acebo plateado
que sangra en primavera.

Nos paramos a descansar
y a beber en la fuente fresca
cuando al mirar para el suelo
por entre las hojas secas
vimos el gusano escarbando
en la pura tierra.
Se nos llenó de gozo el alma
porque tal gusano era
oruga de la mariposa
más bonita de la sierra.

Allí estuvimos observando
su color verde de hierba,
su bregar para esconderse
y tejer su capullo de seda
y luego le hicimos una foto,
para guardar bien la belleza
y nos vinimos y lo dejamos
en su soledad serena
soñando que cuando llegara
la florida primavera
se abriría él en la mariposa
más hermosa de estas sierras.

Los pastores de estas sierras, sus luchas, ovejas, perros, corderos y sueños, merecen un homenaje. Desde siempre los he admirado y en mi corazón los llevo con el cariño más grande. En las cumbres del gran río, ellos son pieza importante. Si un día no estuvieran algo muy hermoso también se habrá perdido y que no podrá ser reemplazado ni por la planta más bella ni por la fuente más transparente.

LAS OVEJAS DESCANSAN *
Bajo la frondosa sombra de los pinos
un rebaño de ovejas descansa.
El pastor, sentado, las mira y vigila,
y siempre cerca de su mano, el cayado,
su honda, su botija y su barja.

A veces, para romper el silencio,
la canción que aprendiera de sus padres,
incesante la repite y monótona se oye
en los aires musicales de una flauta.

Su fiel acompañante, inseparable amigo
de alegrías, tristezas y nostalgias,
como él, recostado en el suelo
mira, vigila, se levanta y ladra.

Mientras...

Besa el sol con sus rayos verticales
los mágicos cristales de las aguas,
a las flores y a la fauna, árboles y aves
que van de la pradera a las montañas.

En el mágico engranaje de la sierra
todo está concertado y bien previsto,
y a esta hora,
bajo la frondosa sombra de los pinos
un rebaño de ovejas descansa.

Desde la pista forestal por el Barranco de la Canal, hacia Puerto Llano, antes de Torcal Llano. Arropan las ramas de un pino laricio y al fondo, la cumbre del pico Cabañas. En este macizo nacen los arroyos de la Canal, de los Tornillos, de Guazalamanco y otros menores. Todos vierten sus aguas al río Guadalentín y éste, ya fuera del parque, al Guadalquivir. Sierra del Pozo.

AUNQUE SEA LEVE #
Ante la imagen limpísima
de este cuadro intenso,
aunque sea un poco y leve,
se me refina por dentro
el amargor que me tiene
invadido todo el tiempo,
parte del espíritu mío
y el corazón de mi aliento.

Aunque sea un poco y leve
ahora descanso y recuerdo
aquella tarde de verano
que siguiendo el impulso ciego
remonté la pista de tierra
y sin rumbo, me fui perdiendo
en lo más hondo de la sierra
cuando al dar la vuelta al cerro,
por entre los pinos y al frente,
la cumbre del gran misterio,
me saludó todo hermosa
como en un misterioso juego.

Ahora recuerdo y descanso
aunque sea un leve momento
de la desolación mía sin nombre
cuando vivo y voy corriendo
por mis libres campos de luz
como en aquellas tardes y encuentros.

Tomé esta fotografía una mañana de primavera y el pantano se mostraba así de bonito y reflejando tanta paz.
PANTANO DE AGUASCEBAS #
"La sed que siento
no me la calma el beber"
del agua que va corriendo
por el río del vergel
ni las mil fuentes que manan
donde Tú sabes y yo sé
porque la sed que siento
)sabes Tú, Dios, de qué es?
Si Tú me quisieras dar,
aunque yo no sea quién,
un puñado más de días
para gozar en tu Edén,
un trozo más de vereda
que pudiera recorrer
en mis horas solitarias
mientras me muero de sed,
si Tú me quisieras dar
otra noche en que poder
sentir los gallos cantar,
ver los campos florecer,
observar a las tormentas,
ver los arroyos correr
y oír cantar a los ruiseñores
como hoy y ayer,
qué gozo para mi alma
y cómo apagaría la sed
de la que me estoy muriendo
amargo y de pie.

La sed que yo siento
bien, Dios mío, que lo sé,
es de Ti y del paraíso
que me entregaste anteayer
y ahora parece que pierdo
y a Ti un poco en él
y mira que me estoy muriendo
sabiendo claro y concreto
qué es lo que apaga mi sed.

Lo encontré por las cumbres del Gilillo, pero abundan en todas las cumbres de este parque natural. Ellos son como los eslabones que unen este presente con aquel pasado lejanísimo y claro que también, además de su belleza, orientan al alma en su duro camino hacia la luz del sueño que persigue.

FÓSIL DE CARACOL *
Miles de años quizás tengas.
Y te imagino con tu casa a cuestas
sumergido en los fondos de un océano.
En la arena de una playa jugando con las olas.
O sobre la granítica roca
recibiendo la brisa de las marinas
encarado al tibio sol de la tarde.

Hoy, fosilizado en tu propia concha
me recreo pensando en cuanto digo,
y acercándote a mis oídos
percibo el suave bramar
de las olas del mar en que viviste.

Recuperado de la tumba en que yacías,
ahora, te exhibes gracias a la generosa mano
que delicadamente te desprendió
de la materia a la que estabas adherido,
para traerte a donde los expectantes ojos
se preguntan hasta qué punto es cierto
que tú seas, un caracol fosilizado.

Pero sí, lo eres, y aunque la duda
de los más incrédulos siempre esté presente
porque fuiste encontrado en la montaña,
yo, sin lugar a supuestos, aseguro,
que antaño eras un hijo de los mares.

Cuando el otoño se presenta por estas sierras los paisajes y los cielos que lo arropan, se visten con tonos que no tienen parecido. Desde su esbeltez y temblor de infinitos, los álamos que engalanan arroyos, fuentes, linderos de huertas y riveras de ríos, surgen con la desnuda belleza del alma que busca el rostro de Dios. En cualquier rincón de las sierras de este parque natural.

SIENDO LUZ, PLACER Y ALBA #
- Alma,
¿de dónde vienes en la mañana
tan radiante en tu rostro,
con tanta alegría sana
inundándote por dentro
y con esa sensación de libertad
tan azul y blanca?

- Mientras dormía he soñado
que era dueña y volaba
siguiendo las aguas del río
desde el charco desconocido
hasta la curva ancha
y junto a mi vuelo que era juego
han estado las bandadas
de patos y aves silvestres,
mil mariposas de nácar
y además nos han acompañando
el perfume y verde plata
de álamos, fresnos y juncos
que al río siempre engalanan.

- Pero alma
si todavía eres tierra
¿cómo tienes alas?
- Cuando el amor es tanto
que se convierte en llamas,
tú sabes como yo,
que puede mover montañas
y esta noche que ha pasado
¡qué hermoso el río estaba
y yo allí sin estorbos,
siendo luz, placer y alba!

Uno de los muchos robles centenarios que pueblan las cumbres y hondonadas de este parque natural. Este me saludó grandioso frente a Piedras Rubias y el arroyo del Vinagre cuando aquella mañana buscaba la luz de la montaña. Sierra de Cazorla.

QUISO SER PÁJARO *
Quiso volar, mas no pudo.
Era un árbol, no un pájaro.
Tuvo sueños de ave
pero sus raíces lo apresaron en el suelo.

Cuando joven, no lo entendía,
por eso su tronco se inclina
queriendo saltar a la hondonada
para desde allí remontar el vuelo.

Cuando adulto, la madurez
le hizo comprender su condición
y aceptó ser lo que es hoy,
el centenario roble asomado
al balcón de su incondicional destino.

No fue pájaro,
pero en sus ramas tiene nidos.

No fue pájaro,
pero divisa la lejanía.

No fue pájaro,
pero sus alas juegan con el viento
dando sombra al caminante, al gañán, al pastor...
Y sus brazos tienen hojas y flores,
vistiéndose en cada estación con los colores
que el alma de la sierra le dispensó.
Mañana...
Cuando su viejo corazón deje de latir
será cuna, arado, mecedora, bastón...
Sencillamente leña para el fuego
o transporte sagrado para llegar a Dios.

Uno de los muchos nogales que se reparten por las amplias sierras de este Parque Natural. Es todavía joven y clava sus raíces por las tierras llanas de la Fuente del Pino, cerca de la Nava del Rico. El otoño lo ha llenado de oro y en la soledad de sus campos, se deja llevar por el rodar del tiempo mientras lo arropa el azul del cielo. Sierra de las Villas.

TODAVÍA EL CORAZÓN #
Y como, igual que ahora, ya ha llovido mucho, pero también han venido muchos días de sol y ha hecho mucho viento. La tierra, en el camino que sube rozando el arroyo, está seca y en la hierba, a los lados y por las grandiosas praderas, tiembla el rocío en tanta cantidad que si nos vamos por ella nos ponemos chorreando. Pues al pisar el polvo del camino, se van quedando las huellas de sus pasos y los míos y aunque, como tantas otras cosas en este rincón, no parece tenga mucha importancia, a ella le alegra y le divierte. Por eso, mientras vamos caminando, juega su juego de sueños celestes. Hoy es el de las huellas de las pisadas que se quedan grabadas en el polvo del camino y en la muda tierra mientras el arroyo corre y, desde las encinas de la orilla, nos mira el otoño que parece primavera.

Llegamos a la llanura donde, al principio, crece la higuera. Ponemos la cesta en el suelo y de sus hojas anchas, que fueron verdes y ahora son amarillas porque, con el otoño se secan, cogemos un puñado e igual que cuando hace unas tardes recogíamos los higos, tapizamos, con las hojas amarillas y verdes de la vieja higuera, el fondo de la cesta de mimbre que padre nos ha regalado. Sobre el tapiz húmedo de esta canasta bella, vamos poniendo las manzanas que arrancamos de las ramas de los manzanos y que también ya están amarillas oro y desprenden esencia de miel y son redondas como puños y, de apariencia tan buena, que sólo tocarlas con las manos y acariciarlas con los ojos, ya el estómago y el alma, llenan.

Y en compañía de la hermana hermosa como fulgurante primavera, en la mañana que se abre y de luz y de perfume y de rocío y de hierba fina y de madroños y de manantiales y de rebaños de ovejas que pastan por la llanura, se ve tan plena, la niña de mi corazón y yo, llenamos la cesta de manzanas amarillas. Luego cogemos, de los almendros que van por la reguera, las almendras que también están secas y les quitamos las cáscaras ya arrugadas y viejas. Partimos algunas y nos las comemos. Otras, las va echando a la cesta. Vamos rellenando los huecos que han dejado las manzanas entre ellas y luego, cogemos nueces del nogal y las probamos para cerciorarnos que estén buenas y completamos el cargamento. Otra cesta pequeña, con los higos chumbos y gordos y dorados que hermosos cuelgan de las hojas espinosas y anchas que muestran las chumberas. Nos ponemos en camino y regresamos a la casa donde madre nos espera.

Y en la mañana que resplandece y cantan las perdices y el sol, de luz y de fuego, la llena, regresamos por el camino jugando con las pisadas que grabadas se han quedado en la tierra. Al pasar por la encina grande que clava sus raíces en la misma torrentera que baña el agua del arroyo, como las bellotas en sus ramas, ya están negras, son gordas, dulces y muchas ya, por el suelo, ruedan, nos paramos y cogemos todas las que podemos. Colmamos y rellenamos las cestas y ya satisfechos, en la mañana de plata del otoño que parece primavera, mientras regresamos, jugando con el perfume del bosque y la hermana me dice, contenta:
- ¡Ya verás madre, qué tarta más rica va a preparar hoy, para el abuelo y la abuela!

Cañada de las Fuentes, por donde el Guadalquivir tiene sus manantiales primeros. Los pinos laricios, los más bellos por sus blancos troncos, rectos y gruesos, crecen llenos de dignidad. Le dan compañía los majoletos, limpísimos cielos azules, nubes blancas y las nieves. Un susurro acaricia, aunque sea invierno, que el alma, de Él se empapa para seguir viviendo. Sierra de Quesada.

PREGUNTABA EL CUERPO #
Preguntaba el cuerpo:
- ¿Dónde conociste a Dios
que yo no me acuerdo?
- Era yo todavía una flor,
rocío con el alba
o arroyuelo,
no sabía andar
y hablar, sabía menos
y ya iba por los campos
jugando con los corderos
que retozaban en las llanuras
y por los cerros.

- ¿Estaba Él por allí
dándote besos?
- Yo no sabía hablar
ni sabía los secretos
de las cosas y los nombres,
pero allí estaban los pájaros
con sus vuelos,
las flores de las praderas
vestidas de terciopelo
y la lluvia rítmicamente
dulce cayendo.

- ¿Y Dios
era eso?
- Iba yo por las cañadas
y cuando corría el viento,
brisa suave que acaricia
y da consuelo,
con amor
un susurro me decía:
"Te quiero,
visto a los lirios de los campos
y a ti con ellos".

La flor que muestra la foto me la encontré por la cañada que baja desde el Collado Bermejo hacia la laguna de Valdeazores, pero crecen por todos los rincones de estas sierras. Da cierta alegría verlas junto a los cauces como si ellas también quisieran irse con las corrientes para hacerse río.

NO LA TOQUES *
No la toquéis,
que vuestros dedos de hombre
la dejarán marcada para siempre.

Miradla de cerca si queréis.
Susurrarle un piropo, una alabanza.
Dedicarle un canto, una oración,
un poema o una semblanza.

Mas no la toquéis, porque ella
nació para ser hermosa
y dar brillantez
al recatado lugar
donde hay que saber se esconde
para encontrarla.

Si la cortas,
te advierto que pronto morirá
en el ojal de tu solapa.
No nació para él.
Y aunque tú creas que allí estaría
como está la luna creciente
en el tapiz de la noche,
déjala estar en su lugar,
que ahí seguirá siendo
la estrella que da la luz
a su propio firmamento.

Arroyo de la Garganta, cerrada y fuente con el mismo nombre, antes de la Nava de San Pedro al final del invierno. Las alamedas abundan a lo ancho y largo de estas sierras allí donde brota un chorrillo de agua o donde corre un arroyo. Ponen en el paisaje una pincelada de esbeltez temblorosa y lo llenan como de más vida y misterio. Sierra de Cazorla.

DESNUDEZ FRENTE AL CIELO #
Estaba ya el invierno
remontando su cuesta
y las fuentes manaban
sus limpias aguas frescas.
Aquella mañana,
vestido de fiesta,
estaba el limpio cielo
y las hojas de hierba
sacando sus tallos al sol
y durmiendo en la tierra.

No iba yo conmigo,
pero iba en la espera
y aquella mañana,
yendo por la bella
quietud que manaba
de la soñada sierra
y estando, sin estar,
donde nace la esencia,
se me abrieron los álamos
en figuras esbeltas
y mostraron callados
su OTRA BELLEZA.

Estaba el invierno
remontando su cuesta.
Desnudas las ramas
en las luces primeras
se me abrieron los álamos
en figuras esbeltas,
mostrando callados
su OTRA BELLEZA.

A los troncos de los pinos se agarra la hiedra, planta trepadora que necesita de soporte para permanecer erecta, y chupándole la savia, no deja de ascender. La simbiosis es perfecta y la naturaleza lo permite hasta donde le sea posible. A veces, forman dibujos tan bellos como la de la foto y claro que sorprende. Por el barranco de Valdecuevas, Sierra de Cazorla.

¡QUIEN FUERA COMO TU! #
Hiedras que yo te encontré
por el barranco tercero
del monte que atravesé
siguiendo a mi sueño
y aunque el alma iba cansada
de tanto llorar en silencio,
frente a ti yo me paré
y a lo largo de un momento
de mi parte medité.

¿Cuántos años tú creciendo
llevas enredada al pie
del pino viejo?
)cuántos años tú estrujando
de la tierra, la limpia savia
que es alimento?
Y frente al calor del verano
y en los hielos del invierno,
tú sinuosa agarrada
al tronco añejo
)fue el tronco el que vino a ti
o fuiste tú a él primero?
Quizá diera casi igual
porque lo cierto
es que los dos formáis uno
hacia las nubes y el cielo.

Hiedra que yo te encontré
por el barranco tercero,
qué envidia siento de ti
que aunque seas esqueleto
tienes quién te sostenga
y te dé el volumen perfecto
que necesitas y quieres
en tu camino hacia el cielo.

Por donde el arroyo del Infierno, el que baja de Rambla Seca y antes del Pantano de la Feda tiene el manantial de Aguas Negras, sobre el puntal, crecen estos pinos. Un precioso conjunto de pinos laricios que se salvaron de aquellas cortas y ahora, majestuosos, engalanan un escondido rincón de estas sierras. Les corona la Sierra de la Cabrilla y el pico Empanadas. Sierra del Pozo.

LOS PINOS BUENOS #
Sobre el cerro, en la tarde,
acaricia el viento
y la sierra a lo grande,
como si durmiendo
y esperara conmigo
despertar del sueño.

Sobre el cerro, en la tarde,
los pinos viejos
se mecen señoriales
desde su silencio
y saludan a la sierra
que duerme a lo lejos.
Como catedrales
ellos son en el monte
testigos fidedignos
de la historia y el tiempo
trajinando y llevándose
llantos y recuerdos.

Sobre el cerro, en la tarde,
Dios mío del alma,
qué hermosa se ha puesto
la sierra a lo grande
justo en el momento
en que yo pasaba
para que te alabe
y me venga muriendo
sobre el cerro, en la tarde
que acaricia el viento.